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Por tanto, mis caminos son más altos que los tuyos

27/4/2018

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Durante gran parte del año pasado, mi trabajo como auditor me llevó a recorrer el país cada semana en avión, tren y automóvil para atender las diversas necesidades de los clientes. Constantemente los destinos cambiaban dependiendo del trabajo; una semana podría ser Filadelfia y la próxima podría ser Los Ángeles, un mes podría ser Denver y la próxima Minneapolis. Aunque visitar nuevas ciudades y conocer gente nueva es emocionante, también encontré incorporar la logística y el tiempo que toma ir del punto A al punto B, cada viaje es tener un trajín más a lo que normalmente es un horario ya de por sí agitado.
 
En un viaje reciente que tuve la mañana del lunes, mientras rezaba la Oración matutina, me encontré con esta lectura de Isaías 55,6.8-9 :
 
Busca al SEÑOR mientras se deja encontrar,
Llamadle mientras está cercano.
Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos, son mi caminos oráculo de Yahvé.
Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra,
así aventajan mis caminos a los vuestros,
y mis pensamientos a los vuestros.
 
Miré por la ventana con una vista desde 35,000 pies y vi una superficie de llanuras que rodeaban pequeñas ciudades del medio oeste que se van transformando en suburbios y ciudades. En cada lugar, habían miles de personas viviendo su día como de costumbre, sin darse cuenta de la parte que juegan en este panorma que yo estaba observando. "Porque como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que tus caminos." Hice una pausa y pensé en cómo la visión de Dios sobre nuestras vidas debe parecerse a esto. Nosotros, al igual que las personas que yo veía, hacemos nuestro día ignorando la parte que jugamos en el panorama más amplio que él ve.
 
Continuamente me doy cuenta que dejo que las tensiones se conviertan en mi único enfoque del día: una auditoría difícil, un vuelo cancelado, mantener relaciones con amigos y familiares mientras viajo, etc. Si bien estas tensiones diarias requieren nuestra atención, en la visión completa de nuestras vidas son pequeñas señales que nos alertan de que no podemos permitir que nos distraigan de buscar al Señor. En definitiva, es nuestra búsqueda continua de Dios lo que nos empuja a través de nuestros desafíos diarios, grandes o pequeños, confiar en el conocimiento de que Él tiene la visión de nuestras vidas desde 35,000 pies y que nunca nos fallará.
 
Preguntas para la reflexión: ¿Hay alguna instancia o momento en su vida en que las cosas no fueron según su plan? ¿La forma en que Dios ha hecho las cosas en su vida ha demostrado ser más fructífera o beneficiosa de lo que hubiera podido ser?
  
David Burkey es colaborador del Centro de Apostolado Católico y trabaja como contable en el área de Washington D.C.
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Buscar el progreso, no la perfección

24/4/2018

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Este año, probé algo nuevo para la Cuaresma. En lugar de renunciar a los dulces o al botón de “posponer alarma” de mi despertador, sentí que Dios me llamaba a pasar más tiempo en oración con una rutina constante de reflexión. Soy de las que tengo que llenar mi agenda constantemente con cosas que hacer y lugares a donde ir pero sabía que Dios me estaba pidiendo silencio en mi vida.
 
En lugar de agendar un compromiso poco importante durante la Cuaresma, escogí algo que podría agregar a mis rutinas ya establecidas por la mañana y por la noche. Compré un diario cuaresmal que incluía un versículo de la Biblia, una reflexión con una oración y una pregunta para una respuesta libre. Habían días en los que no hacía las notas, pero en general sentí que cumplí mi promesa y mi camino hacia la Cuaresma. Lo más importante que aprendí de este caminar de Cuaresma con Jesús fue la idea de mejora, de avance y no de perfección.
 
Como dice Matthew Kelley, "somos seres imperfectos que luchamos por la perfección y tenemos que aprender a celebrar nuestro progreso". Hacerme más consciente de lo que sucedía en mis días y darme cuenta en dónde estaba o no estaba siendo lo mejor de mí; me hizo más consciente de la presencia de Dios en mi vida. Pude notar fácilmente cuando algo en mi día era un regalo o donde Él estaba visiblemente trabajando para algo en mi vida.
 
A medida que avanzaba la Cuaresma, anhelaba conocer a Dios en mi vida cada vez más. Fui más a la Adoración, busqué reflexiones adicionales a través de los recursos dinámicos Católicos de Kelley y asistí a mi grupo local de mujeres con más frecuencia. Creo que eso es lo que debería ser la Cuaresma: estar ardiendo con tu fe en Dios. Nuestras prácticas de Cuaresma no deberían durar solo 40 días, sino 365 días al año, aunque tal vez no con tanta intensidad como durante la Cuaresma. Desde Semana Santa, he continuado escribiendo y estoy haciendo una lista de agradecimientos que voy añadiendo a cada día.
 
Aquí hay algunos pensamientos con respecto a buscar el progreso y no la perfección que he encontrado útiles para seguir trabajando después de la Cuaresma:
 
Reconocer la diferencia entre resolver problemas y preocuparse. Dios nos ha dado la habilidad de preocuparnos por un propósito. Sin embargo, la mayoría de las cosas de las que nos preocupamos no terminan sucediendo o están fuera de nuestro control. Si podemos controlar el resultado, estamos resolviendo problemas. El problema principal con la preocupación es que nos saca del presente y nos separa de Dios, que existe en el momento presente.
 
Nuestro trabajo es la oración. Mientras que algunos de nosotros podemos tener ocupaciones que son de por sí gratificantes (como ser un médico o un misionero), muchos de nosotros tenemos trabajos en los que damos sentido a nuestro trabajo. San Pablo nos invita a "orar sin cesar". Al ofrecer una hora de nuestro tiempo para alguien necesitado o en nuestras acciones honestas y amables en el trabajo, estamos infundiendo nuestro trabajo con significado. El trabajo es importante para ayudarnos a crecer en carácter y ser lo mejor de nosotros mismos.

De manera crítica piense en un proósito para agradar a los demás. Está en mi naturaleza hacer felices a los demás. En esta Cuaresma, tuve el desafío de complacer a los demás. ¿Actué de cierta manera para evitar conflictos o llegué a acuerdos injustos? ¿Serví poco bien a alguien? El deseo de complacer a alguien está bien siempre y cuando sea de Dios y se realice de una manera saludable.
 
Ver oportunidades en lugar de desafíos. En Filipenses 4,6, San Pablo nos llama a "no tener ansiedad en absoluto, sino en todo, mediante la oración y la petición, con acción de gracias, haga conocer sus peticiones a Dios". Cada día es una oportunidad para compartir el amor de Dios, la alegría y servicio a los demás. Tratar de ver lo mejor en las situaciones nos ayudará inmensamente a transmitir la alegría del Evangelio, sin importar nuestras pruebas. Dios guardará nuestros corazones y mentes.
 
El autocontrol es más necesario que nunca en nuestra sociedad. La frase "sé tu mismo" realmente ha sido bastante perjudicial para nuestras comunidades. Hemos perdido el arte de dominar los impulsos. Alimentar deseos como comer demasiada comida porque sabe bien, ver televisión en exceso, pasar horas en las redes sociales, gastar dinero porque no se ha alcanzado el límite de la tarjeta de crédito, u otras indulgencias nos hacen esclavos de estas cosas en lugar de ser libres para ser la mejor versión que  Dios nos ha llamado a ser.
 
Pregunta para la reflexión: ¿Cuáles son las formas  o prácticas en que durante el camino Cuaresmal han cambiado su vida espiritual después de la Pascua?
 
Dana Edwards reside en Gainesville, Florida, donde trabaja como gerente de comunicaciones estratégicas, y se desempeña como voluntaria en calidad de lector y líder de ministerio de jóvenes adultos en su parroquia, Reina de la Paz.
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Al morir con Él, resucitaremos con Él

18/4/2018

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La temporada de Pascua es un tiempo increíble de celebración y alegría para la Iglesia. Jesucristo, después de haber sido torturado y ejecutado públicamente, resucitó de entre los muertos y nos devolvió a la comunión celestial de la cual el pecado nos lo había impedido. La muerte, la soledad y el miedo ya no tienen la última palabra; la vida eterna para los fieles ya no es imposible gracias al gran amor sacrificial de Dios. Y, sin embargo, la muerte sigue siendo una certeza para cada uno de nosotros. A veces, puede ser difícil lidiar con la muerte de un ser querido, especialmente si es inesperado o trágicamente repentino. ¿Cómo puede uno reconciliar la muerte con la euforia con la que celebramos la muerte en la Pascua?
 
Me gustaría recordar las palabras del reverendo Paul Scalia en la misa funeral de su padre, el juez de la Corte Suprema Antonin Scalia: "Es a causa de [Jesucristo], por su vida, muerte y resurrección, que no lloramos como aquellos que no tenemos esperanza, pero en confianza encomendamos [a los difuntos] a la misericordia de Dios ". Aunque los funerales cristianos en sí mismos pueden ser ocasiones sombrías, su enfoque no está en el final de la vida del difunto, sino en la esperanza de su vida, recepción de la misericordia de Dios y participación en la victoria eterna de Jesús. Esto no quiere decir que el duelo y otras emociones no tengan cabida en la entrada final -son muy reales y se les debe permitir que sigan su curso- pero como cristianos unimos cualquier sufrimiento en esta vida a Cristo y así reconocemos sus valores redentores y propósitos. La celebración anual de Pascua, entonces, recuerda el logro imposible de la resurrección de Cristo, "la verdadera esperanza del mundo, la esperanza que no defrauda." Como San Juan Pablo II citó a San Agustín, “Somos un pueblo de Pascua y ¡Aleluya es nuestra canción!”
 
Si observas los funerales cristianos, puedes ver esta esperanza tan maravillosamente imbuida en las normas litúrgicas. Siempre recordando los méritos y glorias de la Resurrección de Cristo, el celebrante guía a la congregación a recordar las promesas bautismales del difunto: morir a sí mismo y el rechazo y el arrepentimiento del pecado resulta en resucitar como Cristo en la bondad misericordiosa de Dios en el último día. Y no termina ahí. Como San Ambrosio predicó, "los hemos amado durante la vida; no los abandonemos en la muerte, hasta que los hayamos llevado por nuestras oraciones a la casa del Señor. "Debemos continuar orando por los muertos. La misa, como reflexionó el reverendo Scalia, es la mejor manera de hacerlo:
 
Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre ... esta es también la estructura de la Misa, la oración más grande que podemos ofrecer para [el difunto], porque no es nuestra oración, sino la del Señor. La Misa busca a Jesús en el ayer. Llega al pasado, a la Última Cena, a la crucifixión, a la resurrección, y hace que esos misterios y su poder estén presentes aquí, en este altar. Jesús mismo se hace presente aquí hoy, bajo la forma de pan y vino, para que podamos unir todas nuestras oraciones de acción de gracias, dolor y petición con Cristo mismo, como una ofrenda al Padre. Y todo esto, con miras a la eternidad, que se extiende hacia el cielo, donde esperamos disfrutar de esa unión perfecta con Dios mismo y ver a [los difuntos] nuevamente, y con [ellos] regocijarnos en la comunión de los santos.
 
La Iglesia siempre ha defendido los méritos de orar por los muertos, especialmente por las almas sometidas a la purificación final de los pecados veniales en el purgatorio. Como señala el Catecismo, el sacrificio de la Misa trasciende el tiempo y el espacio para unir a los fieles en la tierra, en el Cielo, y aquellos en el Purgatorio a Cristo en la Sagrada Comunión. Al orar por los muertos, se puede hacer mucho bien por ellos, que de otro modo podrían no ser recordados más allá de la tumba.
 
Mientras continuamos alabando la Resurrección de Cristo en Pascua, recuerde interceder por aquellos que esperan ser resucitados por ellos mismos. Del mismo modo que imploramos a los santos que oren por nosotros, también lo hacen las almas en el purgatorio que desean ser oradas mientras se preparan para el Cielo. Así como la Iglesia Universal vincula a los fieles de Dios a través de la tierra, también esta Comunión Celestial une a los creyentes en el amor de Cristo celebrado en la Misa y recordado en Su Pasión y crucifixión. Que las glorias de la Pascua nos muevan a regocijarnos en la eterna victoria de Dios sobre la tumba y nos preparamos para reunirnos con aquellos que nos han precedido en la fe.
 
El descanso eterno les conceda, oh Señor. Y que la luz perpetua brille sobre ellos. Y que las almas de todos los fieles ​difuntos, por la misericordia de Dios, descanse en paz. Amén.
 
Pregunta para la reflexión: ¿Sabías que rezar por los muertos se considera una obra espiritual de misericordia?
 
Thomas Wong es un joven profesional en Washington, D.C.
 
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Gaudete et Exsultate: El llamado a la santidad en el mundo de hoy

17/4/2018

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​"El Beato Pablo VI, al referirse de los obstáculos para la evangelización, habló de una falta de fervor (parrhesía) que es 'aún más grave porque viene de adentro'. ¡Cuán a menudo estamos tentados de quedarnos cerca de la orilla! Sin embargo, el Señor nos llama a bogar mar adentro y echar nuestras redes (véase Lc 5,4). Él nos invita a dedicar nuestras vidas en su servicio. Aferrándonos a él, nos inspiramos para poner todos nuestros carismas al servicio de los demás. Que siempre nos sintamos abrumados por su amor (2 Cor 5, 14) y digamos con San Pablo: "¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Corintios 9,16). "- Papa Francisco, Gaudete et Exsultate, 130.
 
En el pasaje anterior de Gaudete et Exsultate (Alegraos y regocijaos), una exhortación apostólica sobre la “llamada a la santidad en el mundo de hoy,” Francisco ofrece un resumen conciso con más de cuarenta años de enseñanza papal sobre la evangelización, así como más de dos mil años de los esfuerzos misioneros de la Iglesia de los bautizados dirigiéndose a todos en palabra y obra en el nombre de Jesucristo. Más de cincuenta años desde el cierre del Concilio Vaticano II, la enseñanza de que la santidad es posible para todos (Lumen Gentium, 11) o el "llamado universal a la santidad", parece ser todavía una enseñanza que no es totalmente recibida por todos los bautizados , en parte debido a la comprensión por parte de algunos de que el crecimiento en la santidad necesita una forma especial y particular o que solo es posible para ciertas personas. El Papa Francisco no está de acuerdo con esta opinión:
 
"Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. "(GE, 14).
 
Pero, ¿qué es "santidad"? El Papa Francisco ofrece una definición del Papa Emérito Benedicto, "la santidad es caridad vivida al máximo" (GE, 21). Es la caridad de Cristo que vive en nosotros y a través de nosotros. El Papa Francisco, continuando citando al Papa Benedicto, proporciona una reflexión adicional: "Como resultado, 'la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya'”
(GE, 21)
 
Es necesario modelar nuestra "vida según la suya" concebiendo la totalidad de nuestra vida como una misión (EG 18-34) en misericordia y amor hacia nuestros hermanos y hermanas que están cerca de nosotros todos los días (GE, 63-109). Se hace a través de nuestro discernimiento (GE, 166-175), oración y adoración (GE, 147-157) en la comunidad de fe, la Iglesia (EG, 140-146), resistir el mal y hacer el bien (GE, 158). -165).
 
"Aceptando diariamente el camino del Evangelio, aunque nos cause problemas: eso es la santidad" (GE, 94).
 
¡Que la Caridad de Cristo nos impulse! (2 Cor 5,14)

P. Frank Donio, S.A.C. es el Director del Centro de Apostolado Católico.

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Celebrando la Pascua: un nuevo amanecer

5/4/2018

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"¡Alégrate! Oculta dentro de tu vida hay una semilla de resurrección, una oferta de vida lista para ser despertada ". -Papa Francisco

¿Cómo es la Pascua para ti? ¿Significa platos llenos de dulces, un patio trasero salpicado de huevos escondidos, una gran reunión familiar, vestido con lo mejor de tus domingos, una larga velada en la Vigilia Pascual? El primer domingo de Pascua estaba compuesto por una tumba vacía, rostros que iban del miedo y la desesperación al desconcierto y la emoción, y manos y pies que fueron traspasados ​​pero glorificados. Pero para todos los cristianos, el domingo de Pascua es un día de transformación: oscuridad a la luz, desesperación a la esperanza, muerte a la resurrección. Hemos caminado con Cristo durante 40 días en oración, ayuno y limosna para alcanzar este punto de transformación. Hemos sido preparados, por la gracia de Dios, para unirnos a Él en la celebración de Su victoria sobre el pecado y la muerte. Y así el Papa Francisco nos recuerda "¡Alégrate!", Porque la vida resucitada de Cristo se nos ofrece a todos y cada uno de nosotros. ¿Permitirás que se despierte?

El Misterio Pascual es tan grande que la Iglesia continuará celebrando este evento central durante los próximos 50 días hasta la Fiesta de Pentecostés. Me encanta el significado de este tiempo. Aunque hemos ayunado con Jesús en el desierto por 40 días, celebramos como Iglesia por más tiempo la victoria final de nuestros esfuerzos cuando estamos unidos con Cristo. Aunque estamos llamados a tener períodos de intenso ayuno y oración en nuestra vida espiritual, el objetivo final es la Resurrección.

¡No dejemos de celebrar la temporada de Pascua y celebrémoslo bien! Hacemos esto permitiendo que la vida de Cristo viva dentro de nosotros mucho después de la temporada de Cuaresma. El Papa Francisco dijo: "El latido del corazón del Señor resucitado se nos concede como un regalo, un presente, un nuevo horizonte. El corazón palpitante del Señor resucitado se nos da, y se nos pide que lo demos a su vez como una fuerza transformadora, como la levadura de una humanidad nueva. "¿Nuestros corazones latirán al ritmo del de Cristo? ¿Nos convertiremos en la levadura de una nueva humanidad? Y si es así, ¿Cómo se ve reflejado?

Los Evangelios nos dan algunas pistas. La noche anterior a que Cristo se entregara para ser crucificado, leímos acerca de un encuentro íntimo entre Él y Juan que se ha llegado a conocer a través de la tradición como el "Discípulo Amado". En la Última Cena, después de que Jesús ha lavado los pies de los discípulos, leemos en Juan 13,23 que "Uno de sus discípulos, a quien amaba Jesús, estaba recostado junto a Jesús". Durante este tiempo, es un detalle fácil de perder. Juan estaba literalmente descansando en el corazón de Cristo. También estuvo presente en la crucifixión, el que no abandonó a su Maestro en este momento de miedo y confusión.
 
Pasar tiempo con Cristo en oración, descansando en su corazón, permite que nuestros corazones latan al ritmo del suyo y nos ayude a ser "levadura de una nueva humanidad". Las mujeres santas que siguieron a Jesús también entendieron esto. Estuvieron presentes en la crucifixión de Cristo y fueron los primeros discípulos a quienes se apareció Jesús el día de su resurrección. Que podamos ver el ejemplo de Juan y las santas mujeres cuando nos embarcamos en este tiempo de Pascua. Vayamos frecuentemente para encontrarnos con el Señor y descansar con Él al pasar tiempo en oración reflexiva, leer las Escrituras, recibir los sacramentos y "lavar los pies" de nuestros hermanos y hermanas. Estas acciones permiten que nuestros corazones se sincronicen con los suyos. Vayamos rápidamente a la tumba, como lo hicieron las santas mujeres, solo para encontrarla vacía, para que podamos regresar con la feliz noticia de la Resurrección y proclamarla a todos los que la escuchen.

El Papa Francisco nos anima, " Dejémonos sorprender por este nuevo amanecer y por la novedad que solo Cristo puede dar. Que permitamos que su ternura y su amor guíen nuestros pasos. Permitamos que el latido de su corazón acelere nuestro desmayo de corazón ".

Preguntas para la reflexión: ¿Cómo se ha transformado su vida espiritual a lo largo de la Cuaresma? ¿Cómo puedes celebrar fielmente este tiempo de Pascua?

Haga clic aquí para obtener más recursos que lo guiarán a través de esta temporada de Pascua.

Kate Fowler es la editora de blogs del Centro de Apostolado Católico. Ella recibió su Maestría en Liderazgo para la Nueva Evangelización en el Instituto Augustine.
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