¿Alguna vez has experimentado el amor de Cristo en tu vida? El amor de Cristo no es algo que se de una sola vez. Es una experiencia continua. Cristo siempre nos está derramando su amor. Somos los únicos que estamos llamados a ver y creer. El amor de Cristo nos llega de una manera particular a través de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, un encuentro íntimo con Cristo que está realmente presente. El Papa Francisco describe este encuentro:
“Si somos nosotros los que nos movemos en procesión para hacer la comunión, nosotros vamos hacia el altar en procesión para hacer la comunión, en realidad es Cristo quien viene a nuestro encuentro para asimilarnos a él. ¡Hay un encuentro con Jesús! Nutrirse de la eucaristía significa dejarse mutar en lo que recibimos". (Audiencia general, 21 de marzo de 2018).
Cristo es el que está presente y él es el que nos está cambiando a través de nuestro encuentro con él en la Eucaristía. Podemos elegir no ver su presencia, no entrar en esta experiencia de encuentro y no ser cambiados. Esa es la libertad que tenemos. Es la libertad de ser indiferente o rechazar el amor de Cristo que se nos ofrece libremente. Cuando experimentamos a Cristo en la Eucaristía, el gran regalo de su amor por nosotros, nos convertimos en más de lo que somos. Somos elevados a un mayor amor a Dios y al prójimo.
¿Cómo entramos más plenamente en este encuentro con Cristo en la Eucaristía? Como señala el Papa Francisco, Cristo "viene hacia nosotros para asimilarnos en él". Él ya se está moviendo, actuando y ayudándonos a cooperar con su gracia. Estamos llamados a prepararnos bien para este encuentro al ser perdonados de nuestros pecados a través del Sacramento de la Penitencia, al prepararnos para nuestro encuentro a través de la oración, al entrar en la adoración de la comunidad de fe y al presenciar el amor de Cristo en nuestro encuentros diarios con otros. Con el tiempo, seremos transformados por Cristo para vivir una "vida mejor y más bella".
¡Qué la Caridad de Cristo nos anime!