No hay nada superficial en el punto anterior del Cardenal Dolan. Algunos, que no lo ven a fondo y cuidadosamente, podrían verlo como tal. Por el contrario, en un comentario corto y conciso, muy emblemático de su estilo de hablar, resume su punto principal: "el misionero, el evangelista, debe ser una persona de alegría". Lamentablemente, hay mucha gente entre los bautizados que el Papa Francisco llama "malhumorados" en Evangelii Gaudium, n. 85. Curiosamente, el Papa Francisco usa esta palabra no simplemente como un reproche a aquellos que sostienen un punto de vista particular, sino como un llamado a confiar en Aquel que nos envía, a Jesucristo.
Una de las tentaciones más serias que ahoga la audacia y el celo es un derrotismo que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados, 'malhumorados'. Nadie puede ir a la batalla a menos que esté plenamente convencido de la victoria de antemano. Si empezamos sin confianza, ya hemos perdido la mitad de la batalla y enterramos nuestros talentos. Aunque es dolorosamente consciente de nuestras propias debilidades, debemos marchar sin rendirnos, teniendo en cuenta lo que el Señor le dijo a San Pablo: "Mi gracia te es suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Cor 12, 9). "
La sonrisa entonces en la cara del evangelizador alegre es una de confianza en Cristo. Tenga en cuenta que es confianza, no arrogancia. Algunos confunden estos dos y se convierten en jueces autoproclamados del nivel de catolicidad del otro. En cambio, estamos llamados a la docilidad en Cristo, un rasgo que no se practica con suficiente frecuencia. Es una humildad que entiende que ninguna persona tiene todas las respuestas. Miramos más bien a la comunidad de fe, la Iglesia, para nuestra guía, nuestra comprensión más profunda, y nuestra unidad unos con otros en medio de nuestra diversidad. Como el Papa Francisco enseña, "las diferencias entre las personas y las comunidades a veces resultan incómodas, pero el Espíritu Santo, que es la fuente de esa diversidad, puede producir algo bueno de todas las cosas y convertirlo en un atractivo medio de evangelización” (EG, n. 131)).
Salgamos, pues, con alegría, como evangelizadores, como discípulos misioneros, como apóstoles, como aquellos que confían plenamente en el mensaje que hemos recibido, que Jesucristo es Señor y Salvador de todos y que la Iglesia comparte estas buenas nuevas y continúa su misión hasta su próxima venida.
¡Que la Caridad de Cristo nos impulse!
Fr. Frank Donio, S.A.C. es el Director del Centro de Apostolado Católico.