Juan ganó el apodo de Crisóstomo – que en griego significa "de boca de oro"- basado en su reputación de gran y elocuente hablador en la predicación pública, que conviertió los corazones de muchos oyentes. Juan Crisóstomo ejemplifica el valor de una buena comunicación como un elemento de evangelización eficaz.
Incluso si usted es tímido o tiene ansiedad al hablar como la mayoría, en algún momento u otro, es posible que se le pida que hable en público, sobre todo si trabaja o es voluntario en la iglesia. Si se está preparando para ofrecer una charla parroquial, es un testigo personal, o esta por realizer otra presentación pública, sin importar el tamaño, un poco de esfuerzo en la práctica de sus habilidades de comunicación puede ser un gran beneficio para compartir su fe.
Conoce tu quién, qué, y por qué
San Pablo, un hombre que describió su llamado "a predicar el Evangelio, y a no hacerlo con la sabiduría de la elocuencia humana" (1 Cor 1:17), con frecuencia fue encontrado hablando frente a una multitud como parte de su misión como apóstol y discípulo de Cristo. Pablo hablaba de una manera muy diferente a la de los cristianos maduros y los paganos de Atenas (Hechos 17: 22-34). El público ("quienes") dan forma a sus puntos principales y a sus ejemplos ("qué") y el propósito para el que les habla ("¿por qué?”). Prepararnos mediante la creación de un esquema que indique claramente el "quién, qué, y por qué” es clave al momento de crear un discurso. Anótelo y reviselo de nuevo cuando lo considere necesario.
Un poco de humillación puede recorrer largas distancias
En los cursos de seminarios, los predicadores en formación son sometidos con frecuencia al ejercicio, a veces humillante de que sus homilías sean grabadas. Luego pueden ver la grabación para evaluar su desempeño. De una u otra forma, pasar por este proceso los puede ayudar. Probablemente va a ser algo incómodo... pero en realidad se acostumbrará a el con el tiempo y se puede aprender mucho.
Practique frente a alguien. (Si usted se siente demasiado incómodo al principio, utilize a su perro, su gato o un objeto inanimado.) Los ejercicios como estos están diseñados para ayudar a los oradores públicos a volverse más conscientes de sí mismos.
La gente mira
Preste mucha atención a sus oradores favoritos, tanto maestros como predicadores y trate de articular precisamente lo que los hace atractivos y únicos, no sólo su contenido, pero cosas como el tiempo, el ritmo, el orden de su argumento, cuándo y cuándo no usar el humor, etc. El Papa San Juan Pablo II y el Arzobispo Fulton J. Sheen fueron maestros en esto.
Se tú mismo
Al reflexionar acerca de sus dones, cualidades y su forma de hablar en general identifique su estilo particular y desarrollelo. Recuerde que no todos estamos llamados a ser retóricos u oradores pero si comunicadores fieles del Evangelio. No todos, St. Paul dice, son incluso llamados a ser predicadores o maestros (cf. Efesios 4:11). Para avanzar en su reino, Dios ha confiado a cada uno de nosotros un mensaje y una misión que promete "equipar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" (Ef 4:12).
San Juan Crisóstomo, ruega por nosotros!
Evan Ponton trabaja en la iglesia de la Natividad en Timonium, MD escribe de forma activa y sirve en el ministerio con la Arquidiócesis de Baltimore.