¿Cómo? Usando bien las herramientas de Cuaresma (oración, ayuno y limosna) en la que podamos testimoniar a Cristo de manera más auténtica a nuestros hermanos y hermanas y profundizar nuestro encuentro con él. En su mensaje de Cuaresma el año pasado, el papa Francisco hizo esta invitación una vez más,
“Sobre todo, insto a los miembros de la Iglesia a emprender el viaje de Cuaresma con entusiasmo, sostenido por la limosna, el ayuno y la oración. Si, a veces, la llama de la caridad parece morir en nuestros propios corazones, ¡sepa que este nunca es el caso en el corazón de Dios! Él constantemente nos da la oportunidad de comenzar a amar nuevamente”. (Mensaje de Cuaresma de 2018)
El "entusiasmo" que proviene de la oración, el ayuno y la limosna, no viene de nuestros propios hechos. Es la obra de Dios y en la que cooperamos. Las disciplinas de la Cuaresma no son fines en sí mismas. Son medios para un fin, para mayor comunión con Jesucristo. Estas prácticas nos desafían a centrar nuestra atención no en nosotros mismos, sino más completamente en Dios y en el prójimo.
Enfocarnos en nuestro prójimo nos devuelve a aquellos que están buscando espiritualmente y llegan el Miércoles de Ceniza o "dejan algo" para la Cuaresma. Significa menos atención para nosotros y más oración por ellos, uniendo nuestro ayuno con ellos y dándoles nuestro tiempo, especialmente para escucharlos y acompañarlos a vivir más profundamente la vida de fe. ¡No es una tarea fácil, sino un sacrificio que, si se vive bien y auténticamente, podría ayudar a otros a venir a la alegría de la Pascua!
¡Que la Caridad de Cristo nos impulse!
Para obtener recursos que lo acompañen a lo largo de la temporada de Cuaresma, haga clic aquí.