En lugar de agendar un compromiso poco importante durante la Cuaresma, escogí algo que podría agregar a mis rutinas ya establecidas por la mañana y por la noche. Compré un diario cuaresmal que incluía un versículo de la Biblia, una reflexión con una oración y una pregunta para una respuesta libre. Habían días en los que no hacía las notas, pero en general sentí que cumplí mi promesa y mi camino hacia la Cuaresma. Lo más importante que aprendí de este caminar de Cuaresma con Jesús fue la idea de mejora, de avance y no de perfección.
Como dice Matthew Kelley, "somos seres imperfectos que luchamos por la perfección y tenemos que aprender a celebrar nuestro progreso". Hacerme más consciente de lo que sucedía en mis días y darme cuenta en dónde estaba o no estaba siendo lo mejor de mí; me hizo más consciente de la presencia de Dios en mi vida. Pude notar fácilmente cuando algo en mi día era un regalo o donde Él estaba visiblemente trabajando para algo en mi vida.
A medida que avanzaba la Cuaresma, anhelaba conocer a Dios en mi vida cada vez más. Fui más a la Adoración, busqué reflexiones adicionales a través de los recursos dinámicos Católicos de Kelley y asistí a mi grupo local de mujeres con más frecuencia. Creo que eso es lo que debería ser la Cuaresma: estar ardiendo con tu fe en Dios. Nuestras prácticas de Cuaresma no deberían durar solo 40 días, sino 365 días al año, aunque tal vez no con tanta intensidad como durante la Cuaresma. Desde Semana Santa, he continuado escribiendo y estoy haciendo una lista de agradecimientos que voy añadiendo a cada día.
Aquí hay algunos pensamientos con respecto a buscar el progreso y no la perfección que he encontrado útiles para seguir trabajando después de la Cuaresma:
Reconocer la diferencia entre resolver problemas y preocuparse. Dios nos ha dado la habilidad de preocuparnos por un propósito. Sin embargo, la mayoría de las cosas de las que nos preocupamos no terminan sucediendo o están fuera de nuestro control. Si podemos controlar el resultado, estamos resolviendo problemas. El problema principal con la preocupación es que nos saca del presente y nos separa de Dios, que existe en el momento presente.
Nuestro trabajo es la oración. Mientras que algunos de nosotros podemos tener ocupaciones que son de por sí gratificantes (como ser un médico o un misionero), muchos de nosotros tenemos trabajos en los que damos sentido a nuestro trabajo. San Pablo nos invita a "orar sin cesar". Al ofrecer una hora de nuestro tiempo para alguien necesitado o en nuestras acciones honestas y amables en el trabajo, estamos infundiendo nuestro trabajo con significado. El trabajo es importante para ayudarnos a crecer en carácter y ser lo mejor de nosotros mismos.
De manera crítica piense en un proósito para agradar a los demás. Está en mi naturaleza hacer felices a los demás. En esta Cuaresma, tuve el desafío de complacer a los demás. ¿Actué de cierta manera para evitar conflictos o llegué a acuerdos injustos? ¿Serví poco bien a alguien? El deseo de complacer a alguien está bien siempre y cuando sea de Dios y se realice de una manera saludable.
Ver oportunidades en lugar de desafíos. En Filipenses 4,6, San Pablo nos llama a "no tener ansiedad en absoluto, sino en todo, mediante la oración y la petición, con acción de gracias, haga conocer sus peticiones a Dios". Cada día es una oportunidad para compartir el amor de Dios, la alegría y servicio a los demás. Tratar de ver lo mejor en las situaciones nos ayudará inmensamente a transmitir la alegría del Evangelio, sin importar nuestras pruebas. Dios guardará nuestros corazones y mentes.
El autocontrol es más necesario que nunca en nuestra sociedad. La frase "sé tu mismo" realmente ha sido bastante perjudicial para nuestras comunidades. Hemos perdido el arte de dominar los impulsos. Alimentar deseos como comer demasiada comida porque sabe bien, ver televisión en exceso, pasar horas en las redes sociales, gastar dinero porque no se ha alcanzado el límite de la tarjeta de crédito, u otras indulgencias nos hacen esclavos de estas cosas en lugar de ser libres para ser la mejor versión que Dios nos ha llamado a ser.
Pregunta para la reflexión: ¿Cuáles son las formas o prácticas en que durante el camino Cuaresmal han cambiado su vida espiritual después de la Pascua?
Dana Edwards reside en Gainesville, Florida, donde trabaja como gerente de comunicaciones estratégicas, y se desempeña como voluntaria en calidad de lector y líder de ministerio de jóvenes adultos en su parroquia, Reina de la Paz.