Cuando vemos a las personas como una compilación de sus éxitos y fracasos, no vemos a la persona en su totalidad y solo nos centramos en lo que han hecho o dejado de hacer. Esta mentalidad fue casi siempre ejemplificada por los fariseos que se enfrentaron con Cristo, como se demuestra en la historia de la mujer sorprendida en adulterio. Cuando los fariseos llevaron a esta mujer delante de Jesús, no esperaron que él respondiera con compasión. En este pasaje, los fariseos y los escribas le recuerdan que la ley de Moisés le ordena ser apedreada. En respuesta, "Jesús se inclinó y comenzó a escribir en el suelo con su dedo", y dijo: "El que está sin pecado, sea el primero en lanzarle una piedra" (Juan 8, 1-11). Cristo nos recuerda que veamos con ojos de compasión, pero también nos proporciona un espejo con el cual nos examinemos a nosotros mismos y nuestro propio pecado. Esta no es la única vez que Jesús nos presenta este desafío. En el Evangelio de Mateo, dice: "¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Déjame quitarte esa astilla' mientras la viga de madera está en tu ojo? Hipócrita, retira primero la viga de madera del ojo; entonces verás claramente para quitar la astilla de los ojos de tu hermano”. En ambos casos, Jesús invita a los que escuchan un autoexamen profundo que conduce a la conversión en lugar de a un juicio de justicia propia.
En la historia de la mujer adúltera, aprendemos que Cristo no nos permite continuar vagando sin rumbo en nuestro pecado, sino que nos da una nueva directiva: "Vete y no peques más". Los ojos de compasión con los que Dios nos ve, y a través de los que estamos llamados a ver a los demás, no somos ciegos. La compasión no significa que podamos hacer lo que queramos, incluso si es perjudicial para nosotros mismos, para los demás o para nuestra relación con Dios. Lo que Dios nos está pidiendo es un corazón contrito que continuamente regresa a su amor infinito. Cuando pecamos, nos separamos de nuestro prójimo, de Dios y de las profundidades de su amor infinito. Cuando Cristo dice que no pequemos más, como le hizo a la mujer atrapada en el adulterio, también nos está diciendo que amemos más plenamente. Ver con ojos de compasión ve esta realidad y no confunde nuestro pecado simplemente con romper una regla. Los ojos de compasión nos permiten caminar con la otra persona y caminar con nosotros mismos para superar los pecados que nos pesan. Hoy, escojamos mirar con los ojos de compasión y misericordia mientras nos esforzamos por seguir el llamado de Cristo de "ir y no pecar más".