Durante aproximadamente tres meses, que culminaron en el domingo de Pascua, participé en un programa espiritual para hombres católicos centrado en la oración, el ascetismo y la fraternidad. Durante este programa, los hombres se "desconectan" del mundo, se niegan a sí mismos y viven de una manera específicamente intencional para el Reino de Dios.
Este camino requiere que los hombres participen en fraternidad con otros hombres, lean las Escrituras y las reflexiones cada día, pasen al menos 30 minutos en oración con el Santísimo Sacramento, y luego otras cosas, que incluyen: no redes sociales, ni computadora ni teléfono si no es para trabajar u otras tareas obligatorias como pagar facturas, tomar una ducha fría todas las mañanas, no comer dulces, no comer bocadillos entre comidas, no beber alcohol, dormir al menos 7 horas cada noche, no mirar deportes, ayunar y abstenerse de comer carne todos los miércoles y viernes .
Este es un camino a través del Libro del Éxodo junto a Moisés y los israelitas mientras escapan de la esclavitud en Egipto y aprenden cómo vivir en verdadera libertad en la Tierra Prometida. El Libro del Éxodo es una metáfora brillante para el hombre moderno, llamado a una libertad arraigada en la capacidad de elegir el bien por el bien de Dios y Su Reino, en lugar de tener una "libertad falsa" y ser un esclavo de los deseos y pasiones.
Recibir notificaciones en la pantalla de mi iPhone cada semana me hizo dar cuenta de cuán esclavo soy de mi teléfono celular, de las redes sociales, de los deportes, de la gratificación instantánea. Quise liberarme de mi teléfono de una manera radical, y este programa me ayudó a lograrlo. Este es solo un ejemplo de cómo este programa espiritual me invitó a reestructurar mi día y deshacerme de los hábitos perezosos.
Este viaje fue muy difícil: las primeras semanas fueron duras; Las últimas semanas fueron duras. No pude ser perfecto para mantener todas las disciplinas del programa. Recuerdo haber empezado con el agua fría dela ducha por la mañana dejándola correr durante 5 minutos tratando de darme impulso para meterme. Esto sucedió muchas veces. Pero después de 3 o 4 semanas, ya entraba de frente. El viejo proverbio es muy cierto: primero hacemos nuestros hábitos, luego nuestros hábitos nos hacen.
Cuanto más ejercemos la verdadera libertad, negándonos a nosotros mismos y tomando decisiones que contrarresten nuestro deseo de comodidad, más fácil será vivir en libertad.Sintiéndome mucho más liberado, todavía no tengo ninguna aplicación de redes sociales en mi teléfono, me tomo una ducha fría de vez en cuando y el tiempo de oración es un elemento básico de mi rutina diaria. Hacer este tipo de elecciones continuas no es fácil, y es por eso que participar en comunidad con el Cuerpo de Cristo, como lo hicieron los discípulos, es esencial para el crecimiento espiritual continuo. Si bien cada elección y disciplina de este programa es profundamente personal, una comunidad de hombres con ideas afines que trabajaron usando las mismas disciplinas en su derecho propio fue un elemento crucial de este proceso. Esta comunidad me permitió dar y recibir motivación y ánimo, y me aseguró que las disciplinas se completaran de una manera física y espiritualmente saludable. Esta es la razón por la que la Iglesia, en su sabiduría, ha alentado el desarrollo formal de muchas comunidades religiosas, como los dominicanos, franciscanos y palotinos.
Creo que esta es también la razón por la que la Iglesia de hoy hace hincapié en la colaboración y la corresponsabilidad en el ministerio. El camino al cielo no es uno que deba ser recorrido solo. Le animaría, en cualquier viaje espiritual que emprenda para Dios y su Reino, a hacerlo en comunidad.
Pregunta para reflexionar: ¿Alguna vez ha participado en un programa espiritual, una conferencia o un retiro que tuvo un impacto positivo en su fe?