Hace unos años tuve la oportunidad de viajar a Roma, Italia. Hasta el día de hoy, la peregrinación ha dado una lluvia de gracias a mi vida. Un día en la peregrinación, fuimos a la Basílica de Sant'Agostino y rezamos delante de una pintura de Caravaggio llamada Madonna di Loreto. En ella, Caravaggio pinta peregrinos sucios y descuidados de rodillas delante de Nuestra Señora y Jesús. Dos años después, la imagen todavía está incrustada en mi mente.
La peregrinación de Roma parecía ser un pequeño microcosmos de mi vida. Mis luchas y debilidades fueron las mismas luchas y debilidades que encuentro en casa y en el trabajo, pero en Roma tuvieron un peso diferente. Mis frustraciones con mis debilidades todavía estaban allí, pero cuando vi esa pintura me di cuenta de que la peregrinación es un proceso.
Mi pecado y debilidad, mi trabajo, mi esfuerzo por la santidad, todo esto fue un proceso. El andar, la espera, la impaciencia, el tropiezo, la oración, la alegría, el sufrimiento, todo fue parte de mi peregrinación y contribuyó al fin o a la meta: la santidad. Me encontré conmigo misma orando por la paciencia, esto me fue enseñado por un compañero peregrino quien me dijo que la raíz de la palabra paciencia es "sufrir." Esta definición me pareció muy oportuna para el viaje.
Hoy, todos estamos en una peregrinación dirigida hacia el Cielo. En ese paseo, me encontré rápidamente frustrada por mis tropiezos, mis repetitivos pecados (que por alguna razón no puedo superar), mi juicio, mi falta de amor, y la lista podría continuar. Esta frustración con el paso de mi andar en la peregrinación no me ayudó para la caminata, más bien la impedía. Entendí que mi caminata requería paciencia con los demás y conmigo misma.
Mirando esa pintura de Caravaggio, me di cuenta de que somos los peregrinos, sucios del camino, imperfectos, de rodillas pidiendo a Nuestra Señora el regalo de su Hijo. Él nos recibe a todos tal y como estamos en este caminar, y su paciencia en el proceso nos regala una recuperación más fácil después de un tropiezo, una carga más ligera de llevar. Concédenos paciencia durante toda nuestra peregrinación hasta nuestro fin, Jesucristo.
Como nos recuerda Santa Teresa de Calcuta: "Sólo tenemos hoy. Empecemos."
Elizabeth Pawelek recibió su Maestría en Liderazgo para la Nueva Evangelización en el Instituto Agustín en Denver, Colorado.