Sin embargo, veo que muchos de los pequeños niños de hoy no pueden llamar a mamá cuando la necesitan porque están viviendo una experiencia distinta en relación a la mayoría de niños del pasado. Durante gran parte del día, están al cuidado de terceros u otros parientes y ya no por su madre.
Los cuidados del padre para con los hijos durante los primeros años de vida son muy importantes, pero fundamentalmente son los de la madre por el don divino que aporta con su naturaleza. “El hombre no trae la armonía, la trae ella. Es ella la que trae la armonía, que nos enseña (…) a amar con ternura, y que hace que el mundo sea una cosa hermosa”, se refirió al rol de la mujer, el papa Francisco en una homilía en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta a principios del 2017.
Para muchas familias el dinero es insuficiente. Mamá se ve comprometida a trabajar largas horas durante el día para cubrir los gastos que los hogares de hoy requieren. Los gastos muchas veces superan el estatus y la capacidad de endeudamiento; los niños la reclaman, pero difícilmente pueden tenerla cuando la necesitan.
Y mientras el ingreso a la canasta familiar aumenta gracias al apoyo económico de mamá, hay una ausencia prolongada de mamá en casa y la sobrecarga de trabajo y el deseo de no perder la maternidad hacen que la mujer de hoy ande más cansada y pueda sobrecargarse fácilmente por el corto y frustrante tiempo que tiene para atender a sus niños. Sin querer un mal y muchas veces presos del egoísta sistema consumista actual, hoy es mejor tener dinero para mantener a los hijos que tener tiempo para criarlos.
A pocos he oído plantearse el hecho de si es conveniente o no que la mamá no trabaje por el bien de sus niños, la respuesta que prima es: “no alcanza” o “debo desarrollarme profesionalmente”. Sin embargo ella sufre en su interior, su corazón y conciencia lo saben pero sus necesidades e intereses la detienen.
La mujer cuando es madre a pesar de tener una profesión y un compromiso de aportar en casa, tiene algo más profundo, algo irremplazable, y hablo del don natural maternal, del amamantamiento piel con piel, del instinto innato para atender las necesidades de sus bebés y de todo aquello que no termina en una sala de parto, sino que se complementa aun más en los primeros años del niño que pasan muy rápido.
Recuerdo el olor a guiso mientras arrojo mi pesada mochila y corro a la cocina a darle un beso, recuerdo cuando me servía todas las tandas de comida, sopa, segundo, y ensalada mientras le contaba cómo me fue en el colegio. Por esos recuerdos que se graban como sello en el corazón; hoy, ¿cambiarías el sistema mamá?
Pregunta para la reflexión: Mamá, ¿Arriesgarías en ir contracorriente al sistema actual por el intenso amor que te une a la necesidad primordial de tus hijos de tenerte más tiempo con ellos?