He encontrado que para que la comunicación sea un éxito, tiene que ver unas reglas. Esto nos requiere que seamos personas con intención de oración quienes piden por sabiduría y comprensión. Orar nos ayuda a ser reverentes, respetuosos, y abiertos. Colosenses 4:6 nos dice “Deja que tu conversación siempre esté llena de gracia, sazonada con sal, para que sepas cuando responderles a todos.” Esto es un deber importante para la humanidad, precisamente por esta razón necesitamos a Dios que trabaje dentro y con nosotros, para servir con humildad y amor. Nuestras palabras tienen que alinearse con esto, el mandamiento más grande. Como Provierbios 12:18 dice, “Las palabras de los imprudentes perforan como espadas, pero la lengua de los sabios cura.” Lo que decimos y cómo lo entregamos revela la batalla espiritual que estamos en. Nuestro propósito en hablar debería siempre ser para el bien de quien lo reciba.
Hay muchas cosas que decíamos impartir con otros en nuestras vidas cotidianas: instrucción, apoyo, consejos, exhortación, expresiones de amor, agradecimiento, preocupación, y corrección. La lista es infinita. Sin embargo, una frase que atribuye a San Francisco de Asís revela la comunicación en una manera bella y profunda: “predica el evangelio siempre, y si es necesario usa palabras.” A lo que se refiere, es que nuestra meta debe de impartir todo lo que Dios nos ha enseñado a través de sus actos de amor y misericordia, y cuando hemos usado todo esto, entonces podemos usar palabras. Me he dado cuenta de que es necesario hablar por muchas razones importantes, pero siempre se debe de hacer con respeto dignamente del recipiente, consciente que ellos son hijos de Dios que siempre desea lo mejor para ellos. Ya que esta es una tarea desafiante, tenemos que buscar por la ayuda del Espíritu Santo y también de gente santa quienes nos pueden ayudar en aprender de la mejor manera hablar con otros en todo tipo de circunstancias. No es una habilidad que nacemos con. Nos vienen con la guianza de la oración y mucha paciencia. Santiago 1:26 nos recuerda “aquellos quienes se consideran religiosos y todavía no controlan sus lenguas, se engañan a sí mismos y su religión es inútil.”
Otro elemento de comunicación es discernir cuándo es apropiado hablar y cuándo permanecer callado. No me refiero a ignorar a otro o negarse hablar. Me refiero a pensar lo que sientes o lo que quieres decir versus lo que es ‘correcto’ y ‘necesario’ de impartir. “El corazón de los dichosos pesan sus repuestas, pero la boca de los malvados escupe maldad,” Proverbios 15:28 continúa.
En un mundo fracturado, cuando la gente se está atacando en todos los frentes y sobre todos los temas imaginables, nosotros como Cristianaos necesitamos ser conductores de paz cuando nos comunicamos. Orando por el deseo de expresar amor en todo lo que hacemos, nos beneficiará cuando nos comunicamos y cuando recibimos comunicaciones de otros. Tenemos que crecer en autocontrol y paciencia para que nuestra comunicación sea positiva, incluso en las conversaciones duras. Como Cristianos trabajando en construir el reino de Dios, debemos dejar que el amor de Cristo fluya de nosotros en todas las acciones y en las palabras que hablamos. Podemos juntarnos con otros y compartir información de muchas maneras hermosas. Dios nos dio nuestras voces para esto. Dejémonos estar en una comunión profunda con Dios, quien nos ama y nos llama hacer racional para compartir su amor y construir su reino en la tierra. Dejamos que el Salmo 141:3 sea nuestra oración cotidiana. “Pon la guardia sobre tu boca, y vigila la puerta de tus labios.