Recientemente hemos celebrado la solemnidad de la Anunciación del Señor. Debido a COVID-19, podríamos creer que hemos regresado al Miércoles de Ceniza y todo se reduce a cenizas, incluso nuestra práctica de fe. Nuestra vida diaria ha cambiado o está cambiando de una manera nunca vista. Pero los cristianos somos gente de esperanza. Esperanza en Dios que provee.
Con el mensaje del ángel Gabriel de que había concebido al Hijo de Dios por el Espíritu Santo, la vida de la Santísima Virgen María cambió de una manera nunca antes ni después conocida. Ella confió, en el amor de Dios que es siempre perdurable. Le dio la fuerza para decir que sí en la fe. Amor y fe que llevaban esperanza, nuestra Esperanza, Jesucristo.
Nuestra oración y apoyo de los unos por los otros, especialmente en este tiempo difícil, son maneras en que podemos demostrar el amor de Cristo hacia los demás, testimoniar nuestra fe y vivir la esperanza. En y a través de nuestra esperanza en Cristo, nosotros en el Centro del Apostolado Católico ofrecemos nuestras oraciones por ustedes. Cosas sin precedentes están sucediendo. Mientras se nos pide que nos mantengamos físicamente separados, todos podemos estar conectados a través de la tecnología, pero también a través del Espíritu Santo que nos conecta a todos, especialmente en nuestras oraciones. Hay muy buenas oportunidades para mantener viva la llama de la fe en nuestros corazones, mentes y acciones. El Centro ha compilado numerosas maneras de hacerlo en una página de recursos especiales donde también estamos aceptando intenciones de oración.
Usemos este tiempo tan sabiamente como podamos, ya sea junto con nuestra familia o comunidad o para reflexionar en lo personal. Cristo nuestra esperanza está con nosotros. Estamos llamados a seguir el ejemplo de María teniendo la confianza en él.
En Dios, el amor infinito,