San Agustín nació a mediados de los 300 en el norte de África de una madre cristiana y padre pagano. Inicialmente educado en la retórica, cuando era adolescente, Agustín adoptó una vida de vicios cómodos, que describe en su obra autobiográfica y filosófica Confesiones. Finalmente, sus búsquedas intelectuales lo conducen a Europa, dentro y fuera del maniqueísmo (una religión dualista basada en la razón pura), y de vuelta a la religión de su infancia. A través de la obra evangelizadora de San Ambrosio, Agustín finalmente fue bautizado en la fe cristiana a los 30 años. Luego se convirtió en uno de los filósofos más importantes de la Iglesia primitiva.
Para los católicos de cuna como yo, nuestros caminos de fe no son tan dramáticos como la conversión de San Agustín desde joven corrupto a médico de la Iglesia. ¡Sin embargo, siempre hay oportunidades para la conversión diaria! El adolescente Agustín rezaba: "Dame castidad y continencia, solo que no todavía". ¿Con qué frecuencia nos vemos rezando en una línea similar? "Dame templanza, pero no hasta que haya comido tres paquetes de Oreos"; "Dame un mayor deseo de orar, pero tal vez no hasta la próxima semana, cuando termine de ver este programa de televisión". Al igual que Agustín, constantemente nos encontramos luchando con nuestras debilidades humanas y nuestro deseo de hacer las cosas en nuestra propia línea de tiempo en lugar de la de Dios.
Pero incluso mientras luchamos para superar nuestros vicios, Dios nos acerca a Él, tomando nuestros pasados fracturados para crear un todo hermoso. Los tratados teológicos y filosóficos de San Agustín quizás no habrían sido tan fervientes o persuasivos si no hubiera abrazado previamente tan mal la filosofía antes de su conversión. Su educación secular y su entrenamiento en retórica y filosofía platónica lo prepararon para su trabajo defendiendo la verdadera teología cristiana y refinando su filosofía, tanto que es reconocido como uno de los doctores originales de la Iglesia. Mucho antes de que Agustín aceptara por completo la fe cristiana, Dios ya lo estaba preparando para su futuro papel como obispo y filósofo. Del mismo modo, nuestro pasado no restringe nuestro futuro. Las opciones que terminaron conduciéndonos aparentemente en ninguna parte, períodos de duda o conflicto: Dios puede tomar estos momentos de debilidad humana y usarlos para acercarnos a Él. Al igual que San Agustín, incluso una década previa de promiscuidad podría recordarnos cuán vacía es una vida que no se vivió para Cristo.
San Agustín es la prueba viviente de que nadie, sin importar cuán aparentemente corrupto, cuán espiritualmente perdido o cuán confundido sea moralmente está más allá del poder de la gracia de Dios. En la fiesta de San Agustín, consideremos dónde estamos en nuestros caminos de fe. ¿Dónde hay espacio para la conversión diaria? ¿Cómo podemos aprender de nuestros fracasos pasados para abrazar más plenamente un futuro vivido con Cristo?
Pregunta para la reflexión: ¿Qué falla puedo usar de mi pasado para construir mi relación con Cristo?