Aquí dejaré algunos consejos que se me ocurrieron. ¡Espero que sirvan de ayuda para ustedes también!
Desconectarse: Vivimos en el siglo XXI. Es muy difícil de cerrarnos totalmente al mundo. Estamos constantemente alejados de la oración por la abundancia de información disponible y el mundo digital. La mayoría de nosotros estamos conectados a través de alguna manera (y probablemente de muchas formas más) de tecnología y medios sociales. Desafiarnos a alejarnos de este ruido es importante para cultivar una vida de sana oración. Incluso Jesús tuvo que apartarse de la vida cotidiana para orar (ver Lucas 5:16, Mateo 4: 1, Mateo 14:13). Aprendamos de Jesús a despojarnos del mundo de vez en cuando, tal vez yendo a un retiro de fin de semana o sólo por unos momentos. Hagamos el esfuerzo de estar a solas con Cristo.
Ser intencional: ¿Con qué frecuencia hacemos una oración diaria al final de un largo día? ¿Es la oración una intención pospuesta o el núcleo de nuestra vida espiritual? Nuestra vida de oración puede ser mucho más fructífera si tenemos la intención de reservar algún tiempo cada día para el Señor. Tengo sólo dos años de casado, sin embargo algo me dice que si sólo hablo con mi esposa pocos minutos al final del día, nuestro matrimonio no sería tan fuerte como si intencionalmente reserváramos un tiempo para estar juntos. Revisen sus horarios para ver dónde y cuándo pueden incluir un poco de tiempo para la oración y la reflexión. Ese tiempo será indispensable a medida que crezcan en su relación con Cristo.
Servir: A veces sólo pensamos en la oración o hablar con Dios, como asistir a la Misa o ir a la Adoración. Aunque estos son lugares fantásticos para iniciar y seguir un encuentro con el Señor, también podemos encontrar a Cristo en nuestros encuentros con nuestros hermanos y hermanas. Busquen oportunidades para servir en su parroquia o diócesis local. A través de estas experiencias, tenemos la oportunidad de conectar con Cristo de una manera nueva ayudando a otros. Una vez que un proyecto de servicio o evento haya concluido, no debemos poner esa experiencia en un librero. Deben reflexionar sobre lo que significa esa experiencia. No sólo aprenderán más sobre sí mismos, sino también sobre cómo Jesús puede estar llamándolos a crecer en su camino de fe.
Tener una buena vida de oración significativa y gozosa no es algo inalcanzable, reservado sólo a los sacerdotes y religiosos consagrados. Es algo que no sólo anhelamos, sino que también es querido por Dios. El Señor quiere estar en una relación activa con nosotros. Seamos abiertos y activos para mantener a Dios en nuestra vida cotidiana cultivando una vida regular de oración.
Preguntas para la reflexión: ¿Cuáles son algunas maneras en que puedes incorporar la oración en tu rutina diaria? ¿La oración es algo en lo que te reduces el tiempo o es parte integral de tu vida diaria?
Nativo de Queens, NY, Paul ha estado sirviendo a la joven Iglesia en la Diócesis de Brooklyn desde 2010. En 2013 completó su Maestría en Teología Histórica de la Universidad de St. John's. Él ahora está continuando su educación en la universidad de Fordham. Paul y su esposa Alison recibieron a su primer hijo James Anthony el pasado mes de abril y no pudieron estar más emocionados.