Como niña, todo lo que sabía de mi fé fue de parte de mis padres o cuando iba a la catequesis los domingos a mi parroquia. Aprendí las historias de la biblia, de los santos, y mis oraciones en español. Estaba muy feliz de estar en una burbuja, alejada de los problemas de matemáticas, o las caricaturas en inglés, y todo lo que estaba relacionado con la cultura americana. Estos eran los únicos momentos en donde yo pude aprender mas de quien era como una latina dentro la iglesia católica. Pude aprender que las tradiciones de mis padres a través de mi fe. Entendí que un factor común de ser parte de la comunidad latina en la iglesia, es que profesamos nuestra fe con acciones. Nuestro enfoque no era estudiar o leer sobre nuestra fe, porque esos recursos nunca estaban a nuestro alcance. En veces, la comunidad aprendió que sus acciones eran su forma de vivir la misión de Cristo en sus vidas cotidianas. Esta lección la aprendí muy joven.
También aprendí que era importante para mis padres, que yo aprendiera sobre la fe y sus tradiciones. Una de mis memorias favoritas siempre será la celebración de nuestra Virgen de Guadalupe. Era una celebracion llena de color, el templo siempre llena con el olor de las rosas. Lo que recuerdo es que siempre puede dormir tarde pero también viendo la fe y el amor que muchas personas le tuvieron a nuestra santa Madre.
Después de muchos años de estar en mi burbuja de español, mis padres decidieron enviarme a una escuela católica. Aquí es donde me di cuenta que había mucho más que descubrir sobre mi fe. Me di cuenta que tuve que romper mi burbuja para aprender más sobre mi fe en inglés. No fue fácil entender las diferente oraciones o tomar mis clases de religión todas en inglés. Mi experiencia con la educación católica me ayudó a darme cuenta que había más cultura hispana. Decidí ser la estudiante que siempre preguntaba las preguntas teología durante las clases de religión. Me obsesioné en aprender sobre las diferentes doctrinas y sobre qué significaban las diferentes partes del templo. Aprendí que no tuve que separar mis tres culturas para los diferentes aspectos de mi vida. De una forma, todas las culturas se combinan en formas que nunca me hubiera imaginado. Todas trabajan juntas para fortalecer mi fe.
A través de los años, aprendí que ser bilingüe y tri-cultural significa vivir mi fe en formas únicas. Descubrí que puedo ver a Dios en cada cultura. Ahora, no necesito las diferentes burbujas para vivir mi fe, porque Dios me creó para alabarlo y evangelizar su amor en una forma única. Me ha ayudado a fortalecer mi relación con Cristo. Como lectora en la misa de español, he podido leer y analizar la palabra de Dios. Esto me ha ayudado a tener conversaciones significativas con mis compañeras en las clases de teología de la Universidad Católica de América. De parte de mi universidad he podido aprender de los diferentes recursos y lecturas en las clases, que me han ayudado en apoyar la comunidad latina. Como una joven adulta, me he dado cuenta que mis culturas, tradiciones, y lenguajes han formado mi fe y mi vida como miembro de la comunidad laica de la iglesia.