Whatsapp y Facebook se han convertido en una revolución de las relaciones interpersonales. El crecimiento de WhatsApp se asemeja al de Facebook y ambos lideran el mundo de manera virtual.
¿Qué pasa?
Algunas personas usan estos medios de manera inadecuada, se dicen muchas cosas sobre Whatsapp y Facebook muchas veces negativas, basadas en lo que se observa diariamente con el uso de esta página y aplicación de mensajería. Se les culpa de que la manera de comunicarnos está afectando el vínculo cara a cara entre personas, lo presencial sustituido por lo netamente virtual, perteneciente a la generación llamada “milenials”.
Se le atribuye también la promoción de la competencia y la envidia, en este caso los usuarios pretenden presumir una vida irrisoria a través de sus publicaciones, presumiendo el amor perfecto, las posesiones materiales y los estudios superiores de una vida deseada y exitosa sin necesariamente ser tan cierta, pues nadie conoce lo que hay detrás de cada vida. La “felicidad” expuesta en Facebook en ocasiones supera los límites de la realidad convirtiendo muchas veces esta red en una página de marketing personal.
Se dice que en Whatsapp algunas personas revelan su otro yo, es decir, se atreven a escribir y expresar lo que cara a cara no dirían. Los grupos creados de Whatsapp en vez de unir lazos, en algunos casos está generando discordias, esto se debe a que cada uno puede interpretar los modos y tonos al momento de leer o muchos se expresan -incluso por mensajes de voz- de otra manera de la que se les conoce en persona diciendo opiniones y revelando su “otro yo” escondido tras la pantalla de un celular. Otros utilizan el mecanismo “dejar en visto” una forma inadecuada de no responder los mensajes de las personas dejando la comunicación sin feedback (retroalimentación) y generando una sensación de haber sido ignorado.
Caminando y digitando
No necesitamos leer este u otro artículo para darnos cuenta de este cambio en las comunicaciones, mientras vamos por la calle o en nuestra propia familia la atención de las miradas a cada instante es a su celular incluso con personas al lado, casi siempre viendo redes sociales. Cuando la luz del semáforo está en rojo, mientras almorzamos, en reuniones familiares, mientras caminamos por la calle, casi siempre y me incluyo, estamos viendo el celular. Al principio esto comenzó en los adolescentes y jóvenes, hoy los adultos y algunos de la tercera edad también gastan gran parte de su tiempo en estas redes en aplicaciones.
Varios estudios han encontrado una conexión aparente entre la hormona oxitocina y el uso de las redes sociales en aplicaciones como el Facebook o Whatsapp. Según estas investigaciones, cuando nos conectamos a las redes sociales, nuestros niveles de oxitocina aumentan, hormona que se relaciona con los patrones sexuales y la conducta maternal y paternal, actúa como neurotransmisor en el cerebro y está también asociada con el contacto físico generando muchas veces una adicción.
Llevemos el control
Detectados los contras de usar estas redes y teniendo en cuenta la necesidad de usarlas por ser parte de nuestra modernidad, debemos encontrar una manera positiva de usar estas nuevas comunicaciones como lo dijo recientemente el Papa Francisco en referencia a las redes sociales: “No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición”.
Así también, “Facebook y Whatsapp como otras redes sociales necesitan de la presencia de hombres y mujeres de buena voluntad que interactúen en este entorno de vida. Así también una invocación a evangelizar, una invitación a todos (…) porque cada discípulo debe asumir esta responsabilidad (…) para ayudar a personas a hacer un buen uso de la tecnología”, respondió en una entrevista a Zenit el arzobispo Claudio María Celli, presidente del Pontificio consejo de las comunicaciones sociales.
Por tanto, la solución no está en abandonar las redes sociales como lo hice yo aquella vez, sino más bien usar estos medios para un bien, pongamos un alto a ser dominados por este mundo virtual y no dejemos que controlen nuestro tiempo desvinculándonos del mundo real. Aprovechemos su gran acogida de usuarios y a la vez de usarlo como un medio efectivo de comunicación interpersonal con nuestros familiares y amigos, usémoslos también como medios de evangelización que ayude a las personas a tener un encuentro con Cristo promoviendo así la verdadera felicidad para el hombre cibernético de hoy.