Portal de la Beata Elisabetta Sanna |
Entrevista con el postulador de la Canonización de la venerable Elisabeth Sanna, padre Jan Korycki, S.A.C., realizada el día 21 de marzo de 2016 en Roma.
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¿Cómo se manifestó su santidad?
La grandeza de Elisabeth Sanna fue visible a través de sus virtudes, sobre todo por la gran fuerza de fe en su vida cotidiana. El centro de su vida fue la eucaristía. Todos los días asistía a misa, ya fuera en Cerdeña y más adelante en Roma.
En aquella época no existía la concelebración, por lo que se celebraba la misa muchas veces al día. Elisabeth asistía siempre y caminaba de un altar a otro arrodillándose para asistir a la santa eucaristía. Ella iba a todo lugar donde hubiese exposición del Santísimo Sacramento o donde hubiese adoración durante 40 horas; todo en su vida ocurrió alrededor de la eucaristía.
Es importante recordar lo que Vaticano II enfatizó cuando declaró que la eucaristía es el centro de la vida Cristiana. Vemos eso ya reflejado en la vida personal de Elisabeth.
Además del culto a la Eucaristía, Elisabeth también tuvo gran devoción por la Virgen. Cuando Elisabeth recibió la imagen de Nuestra Señora Virgo Potens, le hizo un santuario en su pequeño apartamento. Cuando la gente venía a hablar con ella, hablaba de sus vidas y oraba por ellos. La oración y la conversación sobre temas espirituales siempre fueron el tema de sus reuniones.
La devoción a Nuestra Señora fue el resultado de la admiración del hecho de que María es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que fue sacrificado por nosotros y por lo tanto tuvo una enorme experiencia de pasión, especialmente durante la Cuaresma. Durante la Semana Santa, Elisabeth rompió todo contacto con el resto de gente para concentrarse plenamente en su devoción, reflexionar sobre el misterio del martirio, la muerte y la resurrección del Señor. Esta se dice que fue la fuente de su grandeza espiritual.
Esta grandeza luego se evidenció en su don de ver y tratar sabiamente a otras personas, mostrando una gran prudencia personal. En una ocasión, antes de decidirse emprender la peregrinación a Tierra Santa, motivada por un retiro de Cuaresma predicado por los franciscanos en Cerdeña, persuadió a muchas otras personas a que también fueran, explicando lo importante que era para su desarrollo espiritual visitar los lugares santos.
En cuanto a ella misma, antes de tomar su decision, no solo habló con su predicador, sino también con su confesor. Pero incluso eso no fue suficiente. Volvió a Codrongianos, donde nació a 15 km de Sassari, y también consultó al sacerdote con quien compartía asuntos espirituales, sobre su deseo de peregrinar. Esta amplia consulta demuestra su virtud de prudencia.
¿Cuál es la relación de la familia palotina con la venerable Elisabeth Sanna?
Elisabeth fue muy valorada por nuestro propio fundador. Su primer encuentro fue bastante memorable. Como estaba en una ciudad extraña, se confundió en cuanto a la dirección en la que debía caminar [para llegar a la Plaza de San Pedro]. Incapaz de preguntar a la gente por las direcciones, a menudo se le pudo ver sentada y llorando junto a la Iglesia de San Agustín.
En una ocasión, según su propio testimonio, un sacerdote la miraba intensamente y, con eso, de repente recuperó el valor y, aunque todavía no sabía en qué dirección caminar, lo hizo y se encontró repentinamente en la Plaza de San Pedro. Este sacerdote era san Vicente Pallotti. Poco después de este evento, Elisabeth conoció a Pallotti, quien accedió a ser su director espiritual.
El padre Francesco Vaccari, primer sucesor de san Vicente como Superior General, recordó a sus cohermanos que su Sociedad debía su propia existencia y desarrollo a dos personas: Elisabeth Sanna y al cardenal Luigi Lambruschini. ¿Por qué Elisabeth? A través de sus oraciones, sufrimientos y sabiduría, dio consejos invaluables a todos aquellos que se acercaron a ella. Los testigos dicen que Pallotti la consultó repetidamente. El cardenal Giovanni Solgia dijo que, en sus obras e incluso en asuntos personales, Pallotti a menudo tomó el consejo de ella. En una carta al padre Valle escribió que Elisabeth estaba "avanzando en el camino de la santidad según el plan de Dios".
Su estrecha asociación con Pallotti se muestra en este particular incidente. En una oportunidad, Elisabeth fue a la Basílica de Santa María Maggiore y, cayendo, se rompió el brazo. Fue hospitalizada y cuando se le informó a Pallotti, ya que no podía estar con ella, inmediatamente envió una carta con otra mujer, pidiéndole que aclarara la situación y le dijera que no podía venir ese día pero que la visitaría al día siguiente.
Vicente Pallotti la presentó a la Unión del Apostolado Católico y la ayudó con sus oraciones, sufrimientos y consejos. Cuando organizó la celebración de la Octava de la Epifanía, informó a la gente acerca de ella, invitándola y alentándola a participar. Los sucesores de Pallotti también la consideraban una gran persona, incluso enviando a las novicias, cuando tenían dificultades, a hablar con Elisabeth. Desde el principio desempeñó un papel importante en la vida de la familia palotina. Rezó en nuestra iglesia san Salvatore en Onda y ayudó donde pudo, a pesar de la enfermedad que sufrió que no le permitía levantar los brazos. Ella hizo una variedad de cosas como, por ejemplo, el cuidado de las vestiduras litúrgicas. Ella tuvo mucha participación en el desarrollo temprano de la Unión del Apostolado Católico.
¿Por qué Elisabeth no regresó con su familia en Cerdeña?
En una crisis de salud, Pallotti se puso de inmediato en contacto con el hermano de Elisabeth, Antonio Luigi, que era sacerdote y le informó de la situación, confirmando que estaba enviando a Elisabeth a los médicos. Se le declaró demasiado débil para viajar a casa, ya que el viaje de cuatro días desde Génova a Porto Torres habría sido demasiado extenuante y los médicos advirtieron de la fragilidad de su cuerpo.
Pallotti, al saberlo, escribió a su hermano diciendo que Elisabeth quería volver a Cerdeña, a su familia, pero en ese momento era imposible por su estado de salud. Cuando la situación mejoró, dijo, se embarcaría en un viaje de regreso. Sin embargo, su condición empeoró continuamente hasta que uno de los médicos emitió una declaración diciendo que, si alguna vez iba a viajar en barco a Cerdeña, ella estaría arriesgando su vida durante el viaje.
Ella fue bendecida en el hecho que, a pesar de las grandes dificultades, no se desanimó. Ella realmente quería volver a ver a su familia. Durante los primeros cinco años lloró constantemente. Cuando los médicos le dijeron claramente sobre el peligro de muerte si ella intentaba hacer el viaje, Pallotti le dijo: "aparentemente la voluntad de Dios es hacer algo bueno aquí en Roma y no exponerse a la muerte durante el viaje". Su familia parecía estar cómoda. Cuando tuvieron problemas, el padre Vaccari y el padre Melia se organizaron para ayudarla.
A pesar de que hubo muchas dificultades, Elisabeth no se dió por vencida, sino que aceptó la situación. Estaba convencida de lo que Dios quería y que, en su situación, servir a Dios era hacer el bien. Este tipo de actitud fomentó su santidad y por lo tanto fue fácil iniciar el proceso de beatificación rápidamente.
En el siglo XIX, cuando el apostolado estaba reservado para el clero, ¿qué hizo a Elisabeth Sanna sobresalir en su fe?
En Cerdeña apoyaba especialmente a las niñas, enseñándoles el catecismo. Asistió a los pobres y a los que sufrian. Una vez, cuando conoció a una joven enredada en una vida inmoral, la ayudó. Aunque solo tenía un apartamento pequeño, llevó a la niña a vivir con ella, apoyándola durante mucho tiempo hasta que la convenció de que se había encontrado una solución y que podía llevar una vida modesta.
En Roma fue muy apreciada por su ayuda a los pobres. Lo que recibió de la gente, lo dio a otros, o a los dos orfanatos que Vicente Pallotti fundó. Una de ellos fue la Casa Pía Carita, que todavía existe hoy. A menudo iba al hospital a visitar a los enfermos terminales. En el hospital no podía hacer mucho, pero su presencia, consejo y oración tuvieron un impacto positivo en los enfermos que la esperaban ansiosamente.
¿Qué milagro, por su intercesión, aceleró el proceso de su beatificación?
En diferentes países el conocimiento de la reputación de santidad de Elisabeth y su creciente fama se hicieron posibles gracias al compromiso de nuestros hermanos y hermanas. Esto es especialmente cierto en Brasil, donde se hizo muy conocida entre los pacientes del hospital y donde ocurrió un milagro.
Una joven llamada Suzanna, cuando tenía 25 años, cayó enferma. El cáncer ocurrió en su brazo y muñeca. A pesar de la cirugía y el tratamiento, su mano se paralizó. No podía mover el brazo, el antebrazo o la muñeca. Suzanna recibió una imagen sagrada de Elisabeth Sanna de un palotino, el padre Daniel Rocchetti, y escuchó la predicación del Padre João Pedro Stawicki, que habló de la Unión del Apostolado Católico y acerca de Elisabeth, que esta Sierva de Dios tenía ambas manos paralizadas hasta el punto de que no podía moverlas.
Suzanna pensó: "Si Elisabeth, mientras tenía las dos manos paralizadas, hizo mucho bien, entonces, incluso si estoy enferma, también debo hacer algo bueno." Entonces comenzó a rezar. Afortunadamente un libro sobre Elisabeth Sanna: "Laico cooperador de San Vicente Pallotti" había sido traducido al portugués. Suzanna comenzó a leerlo y, junto con varias otras personas, comenzó a orar por su intercesión.
En mayo de 2008 en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Niterói, en la capilla del Santísimo Sacramento y ante un grupo de jóvenes reunidos, Suzanna rezó con un amigo. Suzanna se acercó al tabernáculo, puso su mano paralizada en el altar, y después de un momento comenzó a gritar de alegría. Ella sintió que su mano se enderezaba y gritaba, "¡mi mano está curada!" Ella alzó la mano. Un joven sacerdote vino y lo confirmó.
Esta joven que, durante cinco años había experimentado tratamientos diferentes, había sido clasificada como completamente incapaz de trabajar. Ya había sido aprobada para una pensión de invalidez. Ahora era capaz de mover libremente su mano paralizada. Los médicos encontraron que esta curación repentina, con una movilidad completa y sostenida, era científicamente inexplicable.
Tres años más tarde en 2011, después de concluir una investigación diocesana oficial, los médicos confirmaron la curación completa. Posteriormente, una comisión de médicos en Roma, y de teólogos y cardenales, al examinar esta súbita curación, coincidieron en que era un milagro.
Elisabeth Sanna es poco conocida en el mundo.¿Cómo podemos cambiar eso?
Vicente Pallotti reconoció a Elisabeth Sanna como una santa. Su beatificación es una gracia que Dios le está dando a nuestra generación, y conectarnos con ella es como volver a las raíces de la visión de Pallotti. Elisabeth es como si fuera una hija espiritual de San Vicente. Como ella, todos debemos aprender a confiar en Dios, a encontrarnos con él en la eucaristía, a darnos cuenta de que todos estamos llamados a ser testigos de la fe, el amor y la esperanza cristiana.
Así que necesitamos informar a más personas sobre Elisabeth Sanna a través de la difusión de información sobre su santidad, artículos, libros y publicaciones. Necesitamos verla como colaboradora laica de San Vicente, que tuvo una gran conciencia de la vocación de todos al apostolado y cuya vida personal fue la realización de esa vocación.
El obispo de Sassari, Cerdeña, me ha pedido que prepare breves artículos sobre su vida. Cada semana, hasta la beatificación, se publicarán en su prensa local. Esto será en italiano, pero puede estar disponible también en otros países si la gente está interesada. Se han publicado libros en Polonia, Brasil y Alemania. Si todos desarrollamos más interés en la santidad y en la vocación al apostolado como base de la santidad personal, Elisabeth Sanna será más conocida.
La grandeza de Elisabeth Sanna fue visible a través de sus virtudes, sobre todo por la gran fuerza de fe en su vida cotidiana. El centro de su vida fue la eucaristía. Todos los días asistía a misa, ya fuera en Cerdeña y más adelante en Roma.
En aquella época no existía la concelebración, por lo que se celebraba la misa muchas veces al día. Elisabeth asistía siempre y caminaba de un altar a otro arrodillándose para asistir a la santa eucaristía. Ella iba a todo lugar donde hubiese exposición del Santísimo Sacramento o donde hubiese adoración durante 40 horas; todo en su vida ocurrió alrededor de la eucaristía.
Es importante recordar lo que Vaticano II enfatizó cuando declaró que la eucaristía es el centro de la vida Cristiana. Vemos eso ya reflejado en la vida personal de Elisabeth.
Además del culto a la Eucaristía, Elisabeth también tuvo gran devoción por la Virgen. Cuando Elisabeth recibió la imagen de Nuestra Señora Virgo Potens, le hizo un santuario en su pequeño apartamento. Cuando la gente venía a hablar con ella, hablaba de sus vidas y oraba por ellos. La oración y la conversación sobre temas espirituales siempre fueron el tema de sus reuniones.
La devoción a Nuestra Señora fue el resultado de la admiración del hecho de que María es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, que fue sacrificado por nosotros y por lo tanto tuvo una enorme experiencia de pasión, especialmente durante la Cuaresma. Durante la Semana Santa, Elisabeth rompió todo contacto con el resto de gente para concentrarse plenamente en su devoción, reflexionar sobre el misterio del martirio, la muerte y la resurrección del Señor. Esta se dice que fue la fuente de su grandeza espiritual.
Esta grandeza luego se evidenció en su don de ver y tratar sabiamente a otras personas, mostrando una gran prudencia personal. En una ocasión, antes de decidirse emprender la peregrinación a Tierra Santa, motivada por un retiro de Cuaresma predicado por los franciscanos en Cerdeña, persuadió a muchas otras personas a que también fueran, explicando lo importante que era para su desarrollo espiritual visitar los lugares santos.
En cuanto a ella misma, antes de tomar su decision, no solo habló con su predicador, sino también con su confesor. Pero incluso eso no fue suficiente. Volvió a Codrongianos, donde nació a 15 km de Sassari, y también consultó al sacerdote con quien compartía asuntos espirituales, sobre su deseo de peregrinar. Esta amplia consulta demuestra su virtud de prudencia.
¿Cuál es la relación de la familia palotina con la venerable Elisabeth Sanna?
Elisabeth fue muy valorada por nuestro propio fundador. Su primer encuentro fue bastante memorable. Como estaba en una ciudad extraña, se confundió en cuanto a la dirección en la que debía caminar [para llegar a la Plaza de San Pedro]. Incapaz de preguntar a la gente por las direcciones, a menudo se le pudo ver sentada y llorando junto a la Iglesia de San Agustín.
En una ocasión, según su propio testimonio, un sacerdote la miraba intensamente y, con eso, de repente recuperó el valor y, aunque todavía no sabía en qué dirección caminar, lo hizo y se encontró repentinamente en la Plaza de San Pedro. Este sacerdote era san Vicente Pallotti. Poco después de este evento, Elisabeth conoció a Pallotti, quien accedió a ser su director espiritual.
El padre Francesco Vaccari, primer sucesor de san Vicente como Superior General, recordó a sus cohermanos que su Sociedad debía su propia existencia y desarrollo a dos personas: Elisabeth Sanna y al cardenal Luigi Lambruschini. ¿Por qué Elisabeth? A través de sus oraciones, sufrimientos y sabiduría, dio consejos invaluables a todos aquellos que se acercaron a ella. Los testigos dicen que Pallotti la consultó repetidamente. El cardenal Giovanni Solgia dijo que, en sus obras e incluso en asuntos personales, Pallotti a menudo tomó el consejo de ella. En una carta al padre Valle escribió que Elisabeth estaba "avanzando en el camino de la santidad según el plan de Dios".
Su estrecha asociación con Pallotti se muestra en este particular incidente. En una oportunidad, Elisabeth fue a la Basílica de Santa María Maggiore y, cayendo, se rompió el brazo. Fue hospitalizada y cuando se le informó a Pallotti, ya que no podía estar con ella, inmediatamente envió una carta con otra mujer, pidiéndole que aclarara la situación y le dijera que no podía venir ese día pero que la visitaría al día siguiente.
Vicente Pallotti la presentó a la Unión del Apostolado Católico y la ayudó con sus oraciones, sufrimientos y consejos. Cuando organizó la celebración de la Octava de la Epifanía, informó a la gente acerca de ella, invitándola y alentándola a participar. Los sucesores de Pallotti también la consideraban una gran persona, incluso enviando a las novicias, cuando tenían dificultades, a hablar con Elisabeth. Desde el principio desempeñó un papel importante en la vida de la familia palotina. Rezó en nuestra iglesia san Salvatore en Onda y ayudó donde pudo, a pesar de la enfermedad que sufrió que no le permitía levantar los brazos. Ella hizo una variedad de cosas como, por ejemplo, el cuidado de las vestiduras litúrgicas. Ella tuvo mucha participación en el desarrollo temprano de la Unión del Apostolado Católico.
¿Por qué Elisabeth no regresó con su familia en Cerdeña?
En una crisis de salud, Pallotti se puso de inmediato en contacto con el hermano de Elisabeth, Antonio Luigi, que era sacerdote y le informó de la situación, confirmando que estaba enviando a Elisabeth a los médicos. Se le declaró demasiado débil para viajar a casa, ya que el viaje de cuatro días desde Génova a Porto Torres habría sido demasiado extenuante y los médicos advirtieron de la fragilidad de su cuerpo.
Pallotti, al saberlo, escribió a su hermano diciendo que Elisabeth quería volver a Cerdeña, a su familia, pero en ese momento era imposible por su estado de salud. Cuando la situación mejoró, dijo, se embarcaría en un viaje de regreso. Sin embargo, su condición empeoró continuamente hasta que uno de los médicos emitió una declaración diciendo que, si alguna vez iba a viajar en barco a Cerdeña, ella estaría arriesgando su vida durante el viaje.
Ella fue bendecida en el hecho que, a pesar de las grandes dificultades, no se desanimó. Ella realmente quería volver a ver a su familia. Durante los primeros cinco años lloró constantemente. Cuando los médicos le dijeron claramente sobre el peligro de muerte si ella intentaba hacer el viaje, Pallotti le dijo: "aparentemente la voluntad de Dios es hacer algo bueno aquí en Roma y no exponerse a la muerte durante el viaje". Su familia parecía estar cómoda. Cuando tuvieron problemas, el padre Vaccari y el padre Melia se organizaron para ayudarla.
A pesar de que hubo muchas dificultades, Elisabeth no se dió por vencida, sino que aceptó la situación. Estaba convencida de lo que Dios quería y que, en su situación, servir a Dios era hacer el bien. Este tipo de actitud fomentó su santidad y por lo tanto fue fácil iniciar el proceso de beatificación rápidamente.
En el siglo XIX, cuando el apostolado estaba reservado para el clero, ¿qué hizo a Elisabeth Sanna sobresalir en su fe?
En Cerdeña apoyaba especialmente a las niñas, enseñándoles el catecismo. Asistió a los pobres y a los que sufrian. Una vez, cuando conoció a una joven enredada en una vida inmoral, la ayudó. Aunque solo tenía un apartamento pequeño, llevó a la niña a vivir con ella, apoyándola durante mucho tiempo hasta que la convenció de que se había encontrado una solución y que podía llevar una vida modesta.
En Roma fue muy apreciada por su ayuda a los pobres. Lo que recibió de la gente, lo dio a otros, o a los dos orfanatos que Vicente Pallotti fundó. Una de ellos fue la Casa Pía Carita, que todavía existe hoy. A menudo iba al hospital a visitar a los enfermos terminales. En el hospital no podía hacer mucho, pero su presencia, consejo y oración tuvieron un impacto positivo en los enfermos que la esperaban ansiosamente.
¿Qué milagro, por su intercesión, aceleró el proceso de su beatificación?
En diferentes países el conocimiento de la reputación de santidad de Elisabeth y su creciente fama se hicieron posibles gracias al compromiso de nuestros hermanos y hermanas. Esto es especialmente cierto en Brasil, donde se hizo muy conocida entre los pacientes del hospital y donde ocurrió un milagro.
Una joven llamada Suzanna, cuando tenía 25 años, cayó enferma. El cáncer ocurrió en su brazo y muñeca. A pesar de la cirugía y el tratamiento, su mano se paralizó. No podía mover el brazo, el antebrazo o la muñeca. Suzanna recibió una imagen sagrada de Elisabeth Sanna de un palotino, el padre Daniel Rocchetti, y escuchó la predicación del Padre João Pedro Stawicki, que habló de la Unión del Apostolado Católico y acerca de Elisabeth, que esta Sierva de Dios tenía ambas manos paralizadas hasta el punto de que no podía moverlas.
Suzanna pensó: "Si Elisabeth, mientras tenía las dos manos paralizadas, hizo mucho bien, entonces, incluso si estoy enferma, también debo hacer algo bueno." Entonces comenzó a rezar. Afortunadamente un libro sobre Elisabeth Sanna: "Laico cooperador de San Vicente Pallotti" había sido traducido al portugués. Suzanna comenzó a leerlo y, junto con varias otras personas, comenzó a orar por su intercesión.
En mayo de 2008 en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Niterói, en la capilla del Santísimo Sacramento y ante un grupo de jóvenes reunidos, Suzanna rezó con un amigo. Suzanna se acercó al tabernáculo, puso su mano paralizada en el altar, y después de un momento comenzó a gritar de alegría. Ella sintió que su mano se enderezaba y gritaba, "¡mi mano está curada!" Ella alzó la mano. Un joven sacerdote vino y lo confirmó.
Esta joven que, durante cinco años había experimentado tratamientos diferentes, había sido clasificada como completamente incapaz de trabajar. Ya había sido aprobada para una pensión de invalidez. Ahora era capaz de mover libremente su mano paralizada. Los médicos encontraron que esta curación repentina, con una movilidad completa y sostenida, era científicamente inexplicable.
Tres años más tarde en 2011, después de concluir una investigación diocesana oficial, los médicos confirmaron la curación completa. Posteriormente, una comisión de médicos en Roma, y de teólogos y cardenales, al examinar esta súbita curación, coincidieron en que era un milagro.
Elisabeth Sanna es poco conocida en el mundo.¿Cómo podemos cambiar eso?
Vicente Pallotti reconoció a Elisabeth Sanna como una santa. Su beatificación es una gracia que Dios le está dando a nuestra generación, y conectarnos con ella es como volver a las raíces de la visión de Pallotti. Elisabeth es como si fuera una hija espiritual de San Vicente. Como ella, todos debemos aprender a confiar en Dios, a encontrarnos con él en la eucaristía, a darnos cuenta de que todos estamos llamados a ser testigos de la fe, el amor y la esperanza cristiana.
Así que necesitamos informar a más personas sobre Elisabeth Sanna a través de la difusión de información sobre su santidad, artículos, libros y publicaciones. Necesitamos verla como colaboradora laica de San Vicente, que tuvo una gran conciencia de la vocación de todos al apostolado y cuya vida personal fue la realización de esa vocación.
El obispo de Sassari, Cerdeña, me ha pedido que prepare breves artículos sobre su vida. Cada semana, hasta la beatificación, se publicarán en su prensa local. Esto será en italiano, pero puede estar disponible también en otros países si la gente está interesada. Se han publicado libros en Polonia, Brasil y Alemania. Si todos desarrollamos más interés en la santidad y en la vocación al apostolado como base de la santidad personal, Elisabeth Sanna será más conocida.