Centro del Apostolado Católico
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Estar acompañado en nuestras resoluciones de año nuevo

9/1/2020

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La llegada del día de Año Nuevo casi siempre trae consigo resoluciones, objetivos y nuevas palabras o frases que nos ayudan a darle forma a los próximos 365 que vienen. Cosas como una alimentación saludable, presupuestos más estrictos, más tiempo dedicado a la oración y una mayor cantidad de ejercicio definen nuestros impulsos para la superación personal. Le damos más tiempo el enfocarnos en nuestro interior para hacernos más fuertes, más inteligentes, más santos y más saludables. En un intento por cambiar nuestros estilos de vida, podríamos separarnos de nuestros hábitos, relaciones o preferencias anteriores para poder enfocar aún más nuestro enfoque en el crecimiento personal. Perfeccionamos nuestra disciplina y aumentamos nuestra autosuficiencia en nombre de la mejora. En el nuevo año, nuestro enfoque es a menudo hacia nuestro interior.

 Si bien este enfoque interno no es dañino en sí mismo, podríamos encontrarnos atrapados en nuestra autosuficiencia. Ahora que han pasado algunas semanas en el nuevo año, muchas de esas resoluciones, objetivos y mantras podrían haberse desvanecido en el trasfondo de la vida posterior a las vacaciones. En este punto, muchos de nosotros hemos caído en nuestras nuevas prácticas, o podríamos haber abandonado nuestras resoluciones por completo. Es posible que nos encontremos aislados de los nuevos patrones que hemos recogido o comenzamos a tambalear debido a la falta de apoyo. A pesar de que nuestras resoluciones de Año Nuevo pueden haberse hecho con la mejor o más sagrada intención, podríamos encontrarnos fallando sin que otros nos animen, nos apoyen o nos hagan responsables. Si bien el año nuevo es el momento en que nuestro enfoque es interno, las semanas después, cuando nuestra disciplina comienza a disminuir, nos dan motivos para inclinarnos lo que está afuera.

 ¿Cómo sería inclinarse hacia afuera en nuestras resoluciones en las próximas semanas buscando a otros que nos ayuden a llevarlas a cabo? ¿Por qué permitirnos ser ayudados por otros y acompañados por ellos nos lleve a una búsqueda más significativa y espiritualmente significativa de nuestras resoluciones?

Aunque como católicos con frecuencia escuchamos sobre el acompañamiento en un contexto de progresión explícitamente espiritual, su fecundidad sigue siendo aplicable en objetivos no explícitamente espirituales en un sentido informal. Como nos recuerda el documento final del Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, "el acompañamiento no puede limitarse al camino del crecimiento espiritual y a las prácticas de la vida cristiana" (Documento final del Sínodo, 94). El acompañamiento puede ayudarnos a experimentar la transformación en muchas áreas de nuestras vidas además de nuestra vida espiritual, ya que "fomenta el crecimiento de la santidad a través de las circunstancias e intereses cotidianos" (The Art of Accompaniment, 15). Aunque puede parecer simplemente buscar la ayuda de un amigo, buscar el acompañamiento para ayudarnos a llevar a cabo nuestras resoluciones o cambios de Año Nuevo tiene un profundo significado teológico y espiritual. El acompañamiento es una forma de "soportar las cargas de los demás [para cumplir] la ley de Cristo" (Gálatas 6,2). Cuando buscamos la ayuda de otro para soportar nuestras cargas, experiencias, esperanzas y desafíos, nos abrimos para estar en comunión con otra persona; profesamos que fuimos creados por Dios por amor, para amar y para ser amados por otros. El acompañamiento es una manera simple por la cual recordamos activamente que "El Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2,18). Cuando buscamos la ayuda de otro, afirmamos la belleza del ser humano: no estamos destinados a vivir la vida completamente por nuestro propio esfuerzo e iniciativa.
 
Tener un buen oyente, mentor o amigos nos ayuda a enfocarnos en nuestras resoluciones hacia afuera. Ya no nos quedamos solos en nuestros esfuerzos, esfuerzos o disciplina. El apoyo de otra persona de confianza nos ayuda a mantenernos firmes en nuestra resolución de ser más saludables, gastar de manera más responsable o amar más generosamente. Este apoyo puede tomar la forma de un mensaje de texto rápido de un socio de responsabilidad para verificar nuestro progreso, o una reunión semanal con un mentor para discutir nuestros desafíos. Del mismo modo, podemos buscar relaciones más formales de acompañamiento para ayudar a alcanzar nuestros objetivos. Comenzar una relación con un terapeuta podría ayudarnos a explorar más profundamente nuestra relación con los demás o simplemente, buscar la ayuda de un entrenador personal podría permitirnos tener la responsabilidad adicional de comer de manera más nutritiva o estar en buena forma física. Confiar en los demás en la búsqueda de transformarnos a nosotros mismos nos recuerda el hermoso don de ser humanos: como seres humanos, podemos tener un profundo efecto el uno en el otro al brindar apoyo, amor y aliento para crecer en las personas a las que Dios nos ha destinado. ser.
 Ya sea que se busque en un sentido formal o informal, el acompañamiento nos desafía a dejarnos amar por los demás en la simplicidad y complejidad de nuestra vida cotidiana. Permitirnos ser apoyados por otros, incluso en algo tan simple como nuestras resoluciones de Año Nuevo, revela el profundo significado de los demás en nuestra vocación a la santidad.
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Colleen Campbell es colaboradora del Centro del Apostolado Católico y estudiante de doctorado de tercer año con estudios Catequéticos en la Universidad Católica de América. Tiene una maestría en teología de la Universidad de Notre Dame y una licenciatura en ministerio pastoral de la Universidad de Dallas. Colleen también es alumna del programa Echo de Notre Dame, donde trabajó en la Arquidiócesis de Galveston-Houston. Es coautora de El arte del acompañamiento: elementos teológicos, espirituales y prácticos para construir una iglesia más relacional.

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El nombre sobre cualquier otro nombre

7/1/2020

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En Romeo y Julieta, Shakespeare preguntó: “¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos una rosa con cualquier otro nombre olería tan dulce”. Los nombres transmiten no solo una identidad, sino también la familiaridad, la intimidad y la atención con el tema. Cada uno nos enseña los nombres de nuestro entorno en nuestra infancia para poder asociar experiencias y cualidades con ellos. Y este espíritu de descubrimiento continúa incluso hoy, con una gran ceremonia que se realiza al descubrir un cuerpo celestial, forma de vida o elemento desconocido. Nombrar algo es también reclamar dominio sobre él. En las Escrituras, por ejemplo, a Adán se le encargó nombrar a las criaturas de la tierra. En Génesis leemos: “Entonces el SEÑOR Dios formó de la tierra a todos los animales salvajes y a todas las aves del aire, y los llevó al hombre para ver cómo los llamaría; lo que el hombre llamó a cada criatura viviente era entonces su nombre”. Llamar a algo por su nombre implica una relación con la persona o cosa nombrada. Es por eso que cuando Moisés le preguntó a Dios quién debería decir que lo envió para liberar a los hebreos de la esclavitud, el Señor reveló el Nombre Divino:

Entonces Moisés le dijo a Dios: “Si vengo al pueblo de Israel y les digo: 'El Dios de tus padres me ha enviado a ti', y me preguntan: '¿Cuál es su nombre?', ¿Qué les diré? ¿Dios? ". Dios le dijo a Moisés:" Yo soy quien soy ". Y él dijo: "Dile esto al pueblo de Israel: 'Yo soy, me envió a ti'". Dios también le dijo a Moisés:" Di esto a el pueblo de Israel, 'El Señor, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ti': este es mi nombre para siempre, y así debo ser recordado a lo largo de todas las generaciones.

 Este ejemplo ilustra el poder del Nombre de Dios. Es cómo se identifica con el pueblo de Israel y hace legitima su relación como su pueblo elegido.

 El nombre de Dios también es sagrado y exige respeto. Recordemos el segundo mandamiento, como está escrito en el Antiguo Testamento: “No invocarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano o el SEÑOR no dejará impune a nadie que invoque su nombre en vano”.  (Éxodo 20, 7 y Dt 5,11) El nombre de Dios es tan santo que el pueblo judío ni siquiera se atreve a pronunciarlo en voz alta. Como católicos, se nos enseña de manera similar que el nombre de Dios es de la mayor santidad y solo debe invocarse en el discurso de uno para bendecir, alabar o glorificar al Señor (cf. CIC 2142-2149). Nunca se debe abusar de su nombre con palabras descuidadas, juramentos falsos, palabras de odio, desafío a Dios, ni usarse en ceremonias impías. Esto también se aplica al nombre de Jesús:

Por lo tanto, Dios lo ha exaltado y le ha otorgado el nombre que está por encima de cada nombre, que en el nombre de Jesús cada rodilla debe doblarse, en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y cada lengua confiesa que Jesucristo es el Señor. La gloria de Dios Padre.
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 En su libro de 2007, Jesús de Nazaret, el Papa emérito Benedicto XVI observó que Dios estableció una relación con la humanidad cuando reveló su nombre a Moisés. La Encarnación, continuó, fue entonces el cumplimiento del proceso que "había comenzado con la entrega del nombre divino" (Benedicto XVI, 144). Esta relación no hizo al hombre igual a Dios sino que protegió [s] el maravilloso misterio de su accesibilidad a nosotros y constantemente afirmó [s] su verdadera identidad en oposición a nuestra distorsión" (Benedicto XVI, 144-145). Y Cristo mismo subrayó la santidad del Nombre de Su Padre con la inclusión de "santificado sea tu nombre" en la oración que enseñó a Sus discípulos. Oramos con estas palabras cada semana en la misa. Al hacerlo, ¿nos hemos dado cuenta de la importancia de lo que estamos diciendo?
 
Para recordarnos esta verdad, la Iglesia ha instituido la Fiesta del Santo Nombre de Jesús (en su forma actual) como un memorial opcional que se celebrará el 3 de enero de cada año desde 2002 (pero originalmente establecido por el Papa Inocencio XIII en diciembre 20, 1721). ¡Qué gran regalo que el Señor Dios Todopoderoso se nos haya revelado tan íntimamente! Desafortunadamente, en la sociedad actual no hay límite para la cantidad de veces que nuestra cultura invoca irreverentemente el nombre de Dios en los medios, las obras creativas y las conversaciones cotidianas. Al comenzar un nuevo año calendario, ¿cómo podemos modelar mejor el respeto y la humildad al usar el santo nombre de Dios? ¿Podemos hacer algo en nuestras aulas, lugares de trabajo o perfiles en línea para presenciar una vida de respeto y reverencia a Dios? Como católicos, tenemos la bendición de poder orar y conocer a un Dios personal que ha revelado no solo su nombre, sino que incluso envió a su único Hijo engendrado para estar entre nosotros, algo que recordamos esta temporada navideña. Alegrémonos de este conocimiento y sigamos clamando con nuestras vidas: "¡Oh Señor, nuestro Dios, qué maravilloso es tu nombre en toda la tierra!" (Salmo 8, 2).
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Thomas Wong es un joven profesional en Washington, DC.

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Siguiendo el Ejemplo de María

13/12/2019

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“En la escuela de María aprendemos que su vida está marcada no por el protagonismo sino por la capacidad de hacer que los otros sean protagonistas. Brinda coraje, enseña a hablar y sobre todo anima a vivir la audacia de la fe y la esperanza. De esta manera ella se vuelve transparencia del rostro del Señor que muestra su poder invitando a participar y convoca en la construcción de su templo vivo". Papa Francisco, Homilía en la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, 2018.
 
¡Qué cosa tan extraña ha hecho Cristo! Ha dejado su misión a los bautizados hasta que venga nuevamente en gloria al final de los tiempos. Esta es la parte de la espera de Adviento que a menudo no nos detenemos a vivirla como se debe. Sin embargo, la primera mitad del Adviento se centra mucho en esta realidad. Nuestra espera no debería ser pasiva, sino muy activa. Somos protagonistas llamados a testificar con valentía a Cristo en nuestras vidas. Testigo audaz en el camino de Nuestra Señora de Guadalupe, quien alentó a San Juan Diego a salir para construir no simplemente un templo físico en el Señor, sino uno que esté vivo.
 
En un momento de renovación necesaria dentro de la Iglesia, recurrimos a la Santísima Virgen María para estar con nosotros, pero también para darnos ejemplo. Ella no se centró en la realidad del cambio en su vida cuando escuchó el mensaje del Ángel Gabriel. Por el contrario, se levantó y fue "a toda prisa" donde su prima Isabel para regocijarse y ser solidaria con ella. El hijo de Isabel, San Juan Bautista, más tarde salió para preparar a otros para la venida del Mesías a través de la conversión al Señor de corazones y mentes. Nosotros también estamos destinados a hacer lo mismo. No podemos sentarnos y esperar a los demás, pero debemos avanzar con urgencia, apresuradamente, "invitando y llamando a las personas a participar en la construcción de su templo viviente".
 
Esta invitación y llamado que permite a "otros ser protagonistas" tiene un nombre –co-responsabilidad. Es corresponsabilidad de la misión de Cristo y su Iglesia. El Papa Francisco nos invita a “avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable, capaz de apreciar su propia variedad rica, aceptando con agradecimiento las contribuciones de los fieles laicos, incluidos los jóvenes y las mujeres, las personas consagradas, así como grupos, asociaciones y movimientos Nadie debe ser excluido o excluirse a sí mismo " (Christus Vivit, 206). Por lo tanto, que nuestro Adviento de espera no sea pasivo, sino muy activo en nuestro audaz testimonio de Emmanuel, Rey de las Naciones y Príncipe de la Paz.
 
Nuestra Señora de Guadalupe, ora para nosotros.
 
¡Qué la Caridad de Cristo nos impusle!
 
En Dios, el Amor Infinito, 
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El p. Frank S. Donio, S.A.C., D. Min. es director del Centro del Apostolado Católico.

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Encontrando a Jesús a través de María

13/12/2019

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Hemos entrado en la temporada de Adviento y en un nuevo año litúrgico. El Adviento nos ofrece un momento importante para observar, esperar y reflexionar sobre la venida de Jesucristo, sobre nuestro encuentro con él. Él se encuentra en el misterio de la Encarnación, que representamos en las escenas de la Natividad colocadas en nuestras iglesias, capillas y hogares. Podemos detenernos en la belleza de la escena artística y no movernos a una reflexión más profunda sobre el hecho de que Dios, que es infinito amor y misericordia, envió a su Hijo unigénito para salvarnos.

Cristo también se encuentra en la Eucaristía, más significativamente durante la celebración de la Misa. El Papa Francisco describe esta venida de Jesús:

 “La misa es oración; más bien, es la oración por excelencia, la más elevada, la más sublime y, al mismo tiempo, la más "concreta". De hecho, es el encuentro amoroso con Dios a través de su Palabra y el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Es un encuentro con el Señor”. (Audiencia general, 15 de noviembre de 2017).

 Y Cristo vendrá nuevamente en toda su gloria al final de los tiempos. Necesitamos estar preparados para este tiempo, no solo a través de una espera pasiva, sino mediante la vigilancia activa del Señor y encontrándolo con nuestros hermanos y hermanas que más lo necesitan, especialmente los pobres, los vulnerables y los que no tienen voz (Mt. 25, 31-46). Como miembros bautizados del Cuerpo de Cristo, somos corresponsables de la misión que nos dejó hasta que él vuelva, para la salvación de las almas, no solo enfocándonos en la vida eterna con Dios, sino también en cómo estamos colaborando con la Santísima Trinidad para construir el Reino de Dios en este lado de la vida.

 El Papa Francisco nos recuerda la conexión de la Inmaculada Concepción con el plan salvífico de Dios.

 “En la Inmaculada Concepción de María estamos invitados a reconocer el amanecer del nuevo mundo, transformado por la obra salvífica del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El amanecer de la nueva creación provocada por la divina misericordia. Por esta razón, la Virgen María, nunca contaminada por el pecado y siempre llena de Dios, es la madre de una nueva humanidad. Ella es la madre del mundo recreado. "(Homilía para la solemnidad de la Inmaculada Concepción, 2015)

 No hemos sido concebidos sin pecado, pero hemos sido lavados del pecado original en el bautismo (y de todo pecado anterior, si uno fue bautizado como adulto). Si bien todos hemos pecado desde entonces, nuestro Bautismo nos ofrece una participación en la misión de Jesucristo como Sacerdote, Profeta y Rey. A pesar de ser seguidores o discípulos, también nos envía como apóstoles, o como discípulos misioneros, a nuestro mundo desafiante para testificarle por lo que decimos y hacemos. Es por eso que al final de cada misa se nos dice que "vayamos". Somos enviados en misión por Cristo y la Iglesia como testigos alegres del amor y la misericordia de Dios.

 Nuestro mejor ejemplo de cómo ser un discípulo misionero de Jesucristo es la Santísima Virgen María. Ella siguió a Jesús como su discípulo indefectiblemente durante su vida y continúa desde su hogar celestial como Reina de los Apóstoles para invitarnos a encontrarnos con su Hijo, Jesucristo, Nuestro Salvador y Señor.
 
¡Que la Caridad de Cristo nos impulse!

 El Centro de Apostolado Católico es un ministerio de la Provincia de la Inmaculada Concepción de la Sociedad del Apostolado Católico (Padres y Hermanos Palotinos). Los Palotinos y el personal del Centro lo recordarán en oración especial sobre esta Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
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El p. Frank S. Donio, S.A.C., D. Min. es director del Centro del Apostolado Católico.

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Acompañamiento: "Quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro"

10/12/2019

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Desde Amoris Laetitia hasta Christus Vivit, uno de los mayores regalos del Papa Francisco a la Iglesia ha sido su énfasis en el acompañamiento espiritual. El Papa Francisco ha exhortado a la Iglesia a hacer uso del acompañamiento en respuesta a situaciones pastorales delicadas, ministerios juveniles enfermos e incluso a una humanidad que sufre de aislamiento y anonimato. El acompañamiento, para el Papa Francisco, es una forma de estar en una relación intencional con otro para guiarlo "cada vez más cerca de Dios" (EG, 170). Además de estar orientado a guiar a otros hacia la intimidad y la cercanía con Dios, el Papa Francisco también describe el acompañamiento como curativo, liberador, gradual, alentando el crecimiento y fomentando la libertad. Quizás las palabras más hermosas que usa el Papa Francisco para dar forma a la comprensión y práctica del acompañamiento de la Iglesia es un "arte ... que nos enseña a quitarnos las sandalias ante la tierra sagrada del otro" (EG, 169).
 
¿Qué significa realmente "quitar nuestras sandalias ante la tierra sagrada del otro" en términos de acompañamiento? ¿Cómo configura esto el apostolado de un mentor? Una clave para entender este significado radica en la historia de las Escrituras que se encuentra en: Éxodo 3 la historia de Moisés encontrando a Dios en la zarza ardiente. En esta historia, Moisés contempla una vista impresionante, un arbusto que arde pero que no lo consume. Luego se da vuelta para mirar más de cerca el arbusto, del cual proviene una teofanía, o una instancia de Dios que revela el ser de Dios a una persona humana. Dios llama a Moisés por su nombre, a lo que Moisés responde: "¡Aquí estoy!" Antes de que Moisés pueda acercarse más al arbusto y considerarlo más, Dios le exclama:
 
 ¡No te acerques! Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa. Soy el Dios de tu padre, continuó, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés escondió su rostro, porque tenía miedo de mirar a Dios” (Éxodo 3: 5-6).
 
¿Qué debemos hacer con este pasaje de las Escrituras, especialmente a la luz de la comprensión del acompañamiento del Papa Francisco? En primer lugar, la referencia del éxodo nos exhorta a ver al otro al que acompañamos no solo con respeto, sino con reverencia. A medida que comenzamos a acompañar a otros, debemos mirarlos no como receptáculos para ser llenos de conocimiento, receptores pasivos de enseñanza, o arcilla blanda para ser modelados en nuestras propias imágenes y semejanzas como ministros. En cambio, en el acompañamiento, estamos llamados a dar testimonio de la amabilidad de los demás como hijos de Dios. Cuando entramos en una relación de acompañamiento con otro, debemos tener una postura de humildad y honor ante los que acompañamos. Esta postura de reverencia es fundamental para la práctica de acompañamiento de un mentor, lo que los hace más capaces de fomentar una relación que sea verdaderamente transformadora.
 
En segundo lugar, la teofanía en la historia de Éxodo nos da otra pista para comprender más plenamente los deberes del acompañamiento. Debemos respetar la relación de acompañamiento como un lugar legítimo donde Dios revela el ser de Dios tanto al mentor como al acompañante. El acompañamiento toma en serio el hecho de que la experiencia humana es un espacio donde Dios revela el ser de Dios; en otras palabras, el acompañamiento afirma que la experiencia de vida del acompañante es "un lugar para la manifestación y la realización de la salvación, donde Dios consistentemente con la pedagogía de la Encarnación, alcanza al hombre dentro de su gracia y lo salva" (Directorio general para la catequesis , # 152c). En una relación de acompañamiento donde se le pide a un mentor que "se quite las sandalias ante la tierra sagrada del otro", los mentores deben ayudar a los que acompañan a interpretar sus experiencias a la luz de las Escrituras, discernir más completamente la acción de Dios en sus vidas y esperar con plena anticipación para responder a la voz de Dios en medio de su vida diaria.
 
Finalmente, este pasaje de las Escrituras exhorta a los mentores a mantener y apreciar el misterio del que acompañan. Como Moisés esconde su rostro ante Dios presente en la zarza ardiente, también los mentores deben respetar con santo temor lo que es un misterio en la vida de aquellos a quienes acompañan. Aunque podríamos llegar a conocer a quienes acompañamos bien o incluso desarrollar un vínculo profundo con ellos, nunca nos pertenecen por completo, sino que se colocan en nuestro camino por un período de tiempo para que podamos ayudarlos a fomentar la conexión y la intimidad con ellos. Dios. Aunque podríamos tener planes, esperanzas o deseos para aquellos a quienes acompañamos, siempre debemos asegurarnos de respetar la obra del Espíritu Santo en la relación de acompañamiento. El acompañamiento no puede reducirse a una lista ordenada de objetivos o resultados de aprendizaje; más bien, es una "pedagogía que introducirá a las personas paso a paso a la apropiación total del misterio" (EG, 171). El verdadero acompañamiento lucha con las complejidades de la vida humana, y advierte a los mentores que "se dan cuenta de que la situación de cada persona ante Dios y su vida en gracia son misterios que nadie puede conocer completamente” (EG, 172). Como mentores, no podemos asumir que somos los que finalmente decidimos cómo o por qué el Espíritu se mueve y como lo hace en la vida de los que acompañamos. En cambio, debemos reflexionar continuamente sobre cómo la persona que está delante de nosotros en la relación de acompañamiento está siendo formada no por nosotros, sino por el Espíritu Santo.
 
El acompañamiento, cuando se contempla como un "arte" que "nos enseña a quitarnos las sandalias ante la tierra sagrada del otro", nos llama a tener una postura de reverencia ante los que acompañamos, considerar sus experiencias humanas como lugares privilegiados para Dios. Revelar el ser de Dios y mantener un sentido de misterio en la relación de acompañamiento. ¿Cómo se nos llama a quitarnos las sandalias antes que a otros en nuestra vida y ministerio? ¿Cómo podría quitarnos las sandalias antes de las que acompañamos permitirnos viajar más fácilmente en el camino hacia el crecimiento en santidad y transformación en la Persona de Cristo?
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Colleen Campbell es colaboradora del Centro del Apostolado Católico y estudiante de doctorado de tercer año de estudios de Catequesis en la Universidad Católica de América. Tiene una maestría en teología de la Universidad de Notre Dame y una licenciatura en ministerio pastoral de la Universidad de Dallas. Colleen también es alumna del programa Echo de Notre Dame, donde trabajó en la Arquidiócesis de Galveston-Houston. Es coautora de El arte del acompañamiento: elementos teológicos, espirituales y prácticos para construir una iglesia más relacional.

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¿Debo ser Pobre en la Navidad?

26/11/2019

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Es linda la Navidad, a muchos no creyentes y creyentes nos gusta tan solo por participar de su alegría. Participar de esta alegría la deseamos todos, por eso nos da pena cuando esta celebración pasa y tenemos que esperar nuevamente hasta el próximo año, entonces nos preguntamos, ¿la Navidad es efímera?, pues la que vivimos muchos sí, y es que la Navidad de Jesús nos espera entre los pobres.

Recuerdo cuando di a luz a mis dos niños en las comodidades de una clínica, porque no quería “sufrir” en un lugar menos cómodo, y nunca me hubiese imaginado haber estado en el lugar de María cuando dio a luz a Jesús en medio de animales y con el olor propio de un establo y que mi primer hijo en vez de haber sido acogido por una cuna con sábanas pulcras ¡lo haya acostado en un pesebre!

Es bonito ver los nacimientos junto al árbol de Navidad y ver a Jesús en un pesebre, a María, José, los Reyes Magos y los animalitos en una casita de paja adornada, pero imaginar el escenario real digamos que no es tan bonito, digamos que nacer así es indignante, y así nació el Rey de Reyes, ¡qué ejemplo de humildad más grande!, Dios se hizo pobre y del pobre más pobre.

Sin embargo, Jesús ama tanto a los hombres que no nos pide nada, él ya lo hizo todo por nosotros, lo que Jesús hace es darnos y en abundancia, nos abre las puertas de la felicidad mediante sus enseñanzas, y nos dice “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40), luego nos dice, “Bienaventurados los pobres” (Lc 6,20) y con estas duras palabras también nos dice, “Tú dices: soy rico, me he enriquecido; y no tengo necesidad de nada; y no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, ciego y desnudo” (Ap 3,17). Palabras que nos invitan a la misericordia, a la caridad, y a no poner nuestra felicidad en el dinero.

Para muchos, el modelo de una Navidad triste sería la de un niño que a las doce no tenga nada de regalos debajo del árbol. “La Navidad es una fecha triste cuando uno es pobre”, eso se oye, eso se cree. Sin embargo, los pobres son los predilectos de Jesús, Jesús fue pobre y esta es la celebración de Jesús, de su nacimiento. ¿Acaso no quiero ser el predilecto de Jesús, acaso no quiero imitar a Jesús?

Entonces, ¿Qué hacemos?, ¿debemos ser pobres?, no, tranquilos, Dios nos entiende, es rico en misericordia, y aunque digo esto para que no nos vayamos entristecidos  -como aquél joven que Jesús le dijo, “Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme”. (Mateo, 19, 21)- sepamos, sin embargo, que no hay cosas que tengamos que hacer o debamos de hacer con exigencias, todo lo que hagamos, hagámoslo en la libertad que el Señor nos da para elegir lo que nos enseña y con la alegría y el amor gratuito que Dios nos da. Por eso también nos dice: Dios ama al que da con alegría. (2 Cor 9, 7).
 
Oremos para que la ilusión y la magia de la Navidad llena de arbolitos, luces, adornos, y una gran cena, sea solo el acompañamiento y nos acerquemos nuevamente al mensaje central que es Cristo nuestro Salvador que viene a restaurarnos, a rescatarnos, a regalarnos esa paz, esa alegría que solo viene de lo alto. Dejémonos salvar por Él y obremos con caridad hacia los pobres, para que cuando termine la celebración de la Navidad, la felicidad perdure.

Pregunta para la Reflexión: ¿Te sentirías afortunado si te faltara dinero esta Navidad? 
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Yorka Silva, es periodista y se desempeña como Asociada de la Lengua Española y Portuguesa del Centro del Apostolado Católico. Actualmente vive en Lima – Perú con su esposo Diego y sus hijos pequeños Patricio y Vasco.

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Día mundial de los pobres - ¡Los Pobres son Ricos!

21/11/2019

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Al celebrar por tercera vez el Día mundial de los Pobres, proféticamente establecido por el Papa Francisco, me encuentro de regreso de mi visita a Colombia y Venezuela. Aquí me limitaré a escribir solo sobre Venezuela ya que fue una experiencia impactante.

Venezuela, como sabemos, es uno de los países más ricos en recursos naturales en el mundo, bendecido con petróleo, oro, y muchos otros minerales preciosos. En los años 60 fue uno de los países más ricos de Sudamérica, teniendo un alto nivel de vida, hoy en día todo es diferente. 

Un dólar equivale a 30 mil bolívares. El salario mensual de un trabajador es de alrededor de 5 dólares, un médico me dijo que él gana 20 por mes, si es que le pagan. Imaginen la situación de un obrero común.

Millones de venezolanos migran hacia diferentes países. Si es posible, los hombres y mujeres sanos escapan del país, abandonando a sus padres y abuelos. La gente muere no porque no se pueda curar sino por la falta de medicina que no está disponible o porque la gente en su pobreza no puede adquirirla. 

Una mujer que encontré estaba sufriendo de cáncer de piel y problemas del corazón; ella no puede hacer nada. Esta es una historia real, solo imaginen su dolor.

Debido a la falta de dinero o de transporte, niños y maestros no pueden llegar a las escuelas. Hay muchos más ejemplos para contar, pero mi intención no es presentar una mala imagen de este país. 

Paradójicamente, al margen de estas dificultades, encontré gente muy afectuosa y feliz. Encontré muchos grupos en parroquias y en todos escuché sus dificultades y sus pedidos de ayuda. La gente era maravillosa y me sentí tocado por ellos. 

A través de Caritas de Polonia y de ayuda local, nuestras parroquias están organizando comedores y otro tipo de actividades caritativas con la gente de las comunidades. Como una pequeña contribución de Somos Misión, yo personalmente distribuí comida en una de nuestras parroquias y realmente fue una experiencia tocante. 

El Papa Francisco nos habla mucho sobre los pobres, los inmigrantes y sobre la cultura de la indiferencia. A veces hay gente que se pregunta, ¿por qué el Papa insiste en hablar tanto sobre los pobres? 

La pregunta que justamente nos coloca en su homilía es: “¿tengo yo algún amigo pobre?”

¿Como cristianos tenemos la experiencia de estar cara a cara con la pobreza o somos solamente expertos en hablar de ella, limitándonos a palabras y no experimentando esta dura y oscura realidad de nuestra existencia? Una vez más, como escribe el Santo Padre nuevamente “dejemos a un lado las estadísticas: los pobres no son estadísticas para ser mencionadas. Los pobres son personas para ir a su encuentro: los hay solos, jóvenes y viejos, para ser invitados a nuestras mesas, hombres, mujeres y niños que buscan una palabra amiga”.

Aquellos que vivieron la Segunda Guerra Mundial en Europa saben lo que fue antes y después, sobrevivir a esa realidad. Hoy, sus nietos ni quieren leer sobre ese pasado. Una cosa es hablar de pobreza y otra es experimentarla.

Cuando Venezuela- un país muy bendecido por Dios, con toda la riqueza como para vivir dignamente- es rebajado a vivir en un nivel de deshumanidad por falla del propio ser humano, ¿podemos ser indiferentes pensando que es solo problema de ellos? Es lo mismo que decir que el problema de la Amazonía es un problema de solo unos pocos países de la región, de los que viven allí, ¡pero sin la Amazonía el resto de nosotros estaríamos sin aliento porque todos necesitamos de oxígeno para vivir!

Cuando una familia con niños se despierta a la mañana sin comida y sin dinero para comprarla, ¿cómo podrán hacer los padres para controlar el llanto de sus hijos? 

Cuando tantos en el mundo están preocupados por sus problemas de salud a causa de la sobrealimentación, teniendo que contar las calorías consumidas en sus comidas y debiendo caminar por horas para quemarlas, es absurdo y paradójico que millones en el mundo estén muriendo por hambre. Esta es la triste realidad que nos hace sentir mal. 

Muchos para lavarse las manos dirán que todo esto es culpa de la corrupción o de políticas anárquicas en estos países. Esto es verdad. Las sanciones aplicadas contra estos países terminan acabando con los pobres más pobres y beneficiando a los de las clases enriquecidas, esto también es verdad. No escribo esto con la idea de resolver los problemas del mundo. Es para mostrar que los pobres son los bendecidos. 

Los pobres encuentran la confianza en Yahvé cuando ya las otras fuentes de seguridad no sirven más. Son personas bendecidas con un sentido genuino de humanidad y compasión, así como la alegría evangélica está en la pobreza y la simplicidad de vida. El Señor del Universo, Maestro de nuestra historia y nuestro destino hará justicia en el final. Hasta entonces- como nos dice el evangelio del domingo - paciencia y perseverancia confiando en Él, y en la bondad de cada persona, prevalecerán. Lo bueno brota de nosotros cuando alcanzamos ese nivel. Cuanto más esfuerzo hay en destruir nuestra humanidad y dignidad como personas, la grandeza se manifestará desde el interior con la belleza y la preciosidad que nace de ser imagen y semejanza de Dios.

Al celebrar el Día mundial de los Pobres, unámonos al Santo Padre, encendamos una luz de esperanza por los que sufren en el mundo, a través de una sonrisa, de una oración, o de un dólar. Quien sabe, mañana tal vez precisemos de ellos, porque somos humanos. No es casualidad que el Hijo de Dios eligió nacer pobre para que seamos ricos en bendiciones. “Los pobres nos salvan porque tienen la capacidad de encontrar el rostro de Jesucristo”.

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El p. Jacob Nampudakam S.A.C. es el Rector General de la Sociedad del Apostolado Católico (Padres y Hermanos Palotinos) y Asistente Eclesiástico de la Unión del Apostolado Católico.

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La verdad sobre la vocación religiosa

5/11/2019

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​Esta semana es la Semana Nacional de Concientización Vocacional. Cuando cuento mi historia vocacional, generalmente describo mi vocación como una respuesta al gran amor que Dios me ha mostrado a lo largo de mi vida. Hablo de la alegría que ha sido enamorarse de Cristo y darle toda mi vida a él de una manera específica en la vida religiosa. Y eso es absolutamente cierto y hermoso. Pero si soy sincera, es solo una parte de la historia.

Soy novicia con las Hijas de San Pablo, una congregación de mujeres religiosas dedicadas a la evangelización a través de los medios de comunicación. Poco antes de ingresar al convento, tuve una serie de dudas sobre mi vocación. Había discernido que Dios me estaba llamando a entrar en la vida religiosa, pero de repente la vocación me pareció demasiado grande.

Una vez en particular, fui a mi director espiritual profundamente preocupada de haberme tergiversado ante las hermanas. Cuando me miré en el espejo, vi a una chica normal de 21 años. Había visto The Office más veces de las que me gustaría admitir, tenía un gusto reciente por la cerveza artesanal, y solo había dejado mi hábito de jurar unos meses antes. Mientras me preparaba para mudarme al convento y comenzar mi formación, me preocupaba que las hermanas se sorprendieran al descubrir que todavía estaba bastante lejos de ser santa.

"¿Qué te hace pensar que no has sido honesta con las hermanas?", Me preguntó mi director espiritual.

“Cada vez que visito el convento, actúo como una persona mucho mejor de lo que realmente soy. Ellos van a descubrir la verdad una vez que comiencen a vivir conmigo ", le expliqué.

“Bueno”, comenzó a reírse entre dientes, “Tu vocación es lo que te convertirá en la mejor persona que puedes ser. Eso significa que aún no estás allí. ¡Pero mira, ya te está haciendo más santa! "

Puede ser tentador pensar que necesitamos poner nuestra vida en orden antes de responder al llamado de Dios. Queremos ser perfectos antes de pensar que Dios puede obrar a través de nosotros. Pero amigos, ese día nunca llegará  a ese lado del cielo. Y además, eso no es el modus operandi de Dios.

Cuando miramos a quién Dios decide llamar, nunca es a la persona a quien elegiríamos. Pedro negó a Jesús tres veces. María Magdalena tuvo siete demonios expulsados ​​de ella. Pablo, cuyo nombre lleva mi congregación, literalmente persiguió a los cristianos. Dios no teme nuestras debilidades ni nuestras heridas. De hecho, ¡a menudo son las mismas cosas que vemos como obstáculos para su gracia las que nos convierten en testigos poderosos de su gracia!

La verdad es que no soy digna de ser llamada a ser una hermana religiosa. Pero nadie es realmente digno de este llamado. Esa es la belleza de una vocación religiosa y de la vida cristiana en general: no se trata de nosotros y de lo que podemos hacer por Dios. Se trata de Dios y de lo que él quiere hacer en nosotros.

Cada sacrificio que he hecho en estos últimos tres años, cada error, cada vez que he tenido que pedir perdón o perdonado a alguien me ha servido para convertirme en la persona que Dios quiere que sea. Lo mismo ocurre con cada hora de adoración, cada conversación llena del Espíritu y cada cumpleaños que hemos celebrado en comunidad. Hay este tipo de momentos en cada vocación donde Dios usa algo que parece extrañamente normal para acercarnos cada vez más a sí mismo.
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La vocación es un regalo totalmente gratuito que Dios nos ha dado. Nunca podríamos ganarlo o merecerlo. Requiere una respuesta, pero comienza con el hecho de que primero nos ha amado y desea darnos vida abundante. Esa es la verdad sobre la vocación religiosa: alabado sea Dios por eso.
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​La hermana Cecilia Cicone es una novicia con las Hijas de San Pablo que viven en Boston, Massachusetts.

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Redescubre el Rosario

22/10/2019

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¡Hoy celebramos la fiesta de San Juan Pablo II, un santo de nuestros tiempos! Es recordado por muchas cosas, incluida su pasión por las artes, el aire libre, la juventud y las familias. San Juan Pablo II también tuvo una profunda devoción a María, y en lo que sé de la vida y los amores de San Juan Pablo II, no podemos brindar mayor alegría al celebrar su santidad que honrando a nuestra bendita Madre.

La oración favorita de San Juan Pablo II era el Rosario, y yo también he desarrollado un cariño por rezarlo. Me topé con una grabación hace un par de años en mi deseo de rezarlo intencionalmente. Mientras escuchaba y rezaba en mi automóvil todas las mañanas antes del trabajo, descubrí un amor por cada misterio y el fruto que llevan, como al igual que María, "los medité en [mi] corazón" (Lucas 2:19, 51). Los misterios del Rosario nos invitan a contemplar la vida de Cristo a través de los recuerdos de María. San Juan Pablo II dice que recordar estos misterios "fue el rosario que recitó ininterrumpidamente a lo largo de su vida terrenal" (Rosarium Virginis Mariae, §11). En este recuerdo, el relato del Evangelio desde los ojos de María es atemporal, "no solo pertenece a" ayer "; también forman parte del "hoy" de la salvación (Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, §13). En esto, San Juan Pablo II nos recuerda que el Rosario es una invitación a participar en la vida divina de Cristo, y es relevante a lo largo del tiempo para los fieles de todas las edades.

Recientemente, mi rutina para rezar el Rosario ha cambiado ya que ahora estoy de baja por maternidad y paso el día cuidando a mi hija recién nacida. En lugar de apresurarme para llevar a mi hijo de dos años al auto y dejarlo en la guardería antes del trabajo y disfrutar de mi tiempo de oración solo en el auto, tenemos la oportunidad de subir al cochecito y caminar a la guardería, pasando tiempo juntos diciendo hola a los vecinos y maravillado por el cambio de estaciones antes de que comience su día escolar. A pesar del disfrute que tanto mi hijo como yo obtenemos de estas caminatas, en la transición de haber estado en el verano en casa con mamá a ir a la escuela, y la transición de ser hijo único a vivir las realidades de ser un hermano mayor con solo dos años, por semanas mi hijo no estaba contento de salir de la casa. Aunque a mi hijo le encanta la escuela, odiaba irse y su ansiedad (y seamos honestos, la mía también) se resistía en ir cada día a la escuela.

Una mañana, mientras intentaba entusiasmarlo para el día, le pregunté si quería rezar el Rosario conmigo, diciéndole que siempre me da tranquilidad y consuelo, y él dijo que sí. Le dije que dejaría sonar mi grabación y que le contaría las historias de cada misterio. Así comenzó una nueva rutina para nosotros cada mañana. Mientras tocaban los Misterios Gozosos, le cuento lo mucho que María amaba a Dios que dijo que sí a ser la mamá de Jesús, y cómo rezamos para que podamos amar a Dios como ella y decirle que sí cuando Él lo necesita. Cuando tocan los Misterios Luminosos, le cuento sobre el primer milagro de Jesús, convirtiendo el agua en vino en la Boda en Caná, y que a través de María, ella nos llevará a Jesús y nos ayudará a ver los milagros que está realizando en nuestras propias vidas. Al rezar los Misterios Dolorosos, estoy muy cerca de llorar cuando pienso en explicarle la muerte a un niño pequeño, y me conmueve el sacrificio de Jesús por nosotros, diciéndole a mi hijo que ningún pecado detiene el amor de Cristo por nosotros. Oramos para ser buenas personas y seguir la voluntad de Dios. Y cuando rezamos los Misterios Gloriosos, puedo enseñarle a mi hijo acerca de las glorias del Espíritu Santo y el Cielo, rezando por nuestra máxima felicidad con Jesús, María y todos los santos. Al rezar esto, me asombra cómo la maternidad está transformando mi corazón, enseñándome a ser como un niño pequeño, amando a Jesús sin abandonar como lo hace mi hijo. Para cuando rezamos nuestro Rosario por el día, hemos llegado a la guardería. Lleno de su valiente confianza y gracias recién descubiertas, mi hijo salta de su cochecito y dice "déjame darte un beso por el camino", y me envía besos en el camino. Cada día, él corre al patio de recreo para jugar con sus amigos, y yo estoy sorprendida por las gracias que ambos recibimos al rezar el Rosario juntos.

En su gran amor por el Rosario y la familia, San Juan Pablo II llamó a las familias a rezar esta oración juntos, reconociendo cómo sus gracias unen a la familia:

Los miembros individuales de la familia, al volver sus ojos hacia Jesús, también recuperan la capacidad de mirarse a los ojos, comunicarse, mostrar solidaridad, perdonarse mutuamente y ver renovada su alianza de amor en el Espíritu de Dios.
Muchos de los problemas que enfrentan las familias contemporáneas, especialmente en sociedades económicamente desarrolladas, son el resultado de su creciente dificultad para comunicarse. Las familias rara vez logran reunirse, y las raras ocasiones en que lo hacen a menudo se dedican a mirar televisión. Volver a la recitación del Rosario familiar significa llenar la vida cotidiana con imágenes muy diferentes, imágenes del misterio de la salvación: la imagen del Redentor, la imagen de su Santísima Madre. La familia que reza el Rosario juntos reproduce algo de la atmósfera de la casa de Nazaret: sus miembros colocan a Jesús en el centro, comparten sus alegrías y tristezas, ponen sus necesidades y sus planes en sus manos, sacan la esperanza. y la fuerza para seguir. (Rosarium Virginis Mariae, §41).

Desde dejar en la guardería a mi hijo hasta contemplar las más profundas penas y alegrías de nuestra familia, nosotros también, como familia, hemos encontrado que esta esperanza y fortaleza del Rosario son verdaderas y atemporales.

En esta fiesta de San Juan Pablo II, los invito a honrarlo a él y a nuestra Santísima Madre tomándose el tiempo para rezar el Rosario, encontrando veinte minutos de su tiempo para dedicar a contemplar el rostro de Jesús. San Juan Pablo dijo: "una oración tan fácil y rica realmente merece ser redescubierta por la comunidad cristiana ... Los espero a todos ustedes, hermanos y hermanas de cada estado de la vida, a ustedes, familias cristianas, a ustedes, los enfermos y los ancianos, y para ustedes, los jóvenes: tomen con confianza el Rosario una vez más. Redescubre el Rosario a la luz de las Escrituras, en armonía con la Liturgia, y en el contexto de tu vida diaria” (Rosarium Virginis Mariae, §43). Conoce mis interminables oraciones por ti cuando comiences este redescubrimiento del Rosario por ti mismo, al igual que con María, también reflexionas sobre estos misterios en tu corazón y reconoces sus frutos en tu vida.
 
San Juan Pablo II, ¡ruega por nosotros!
Nuestra Señora del Rosario, ¡ruega por nosotros!

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Alyce Shields es maestra en Washington, D.C.

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Ocho años de revivir la fe, reavivar la caridad y formar apóstoles

17/10/2019

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Hoy, el Centro del Apostolado Católico celebra su octavo aniversario de revivir la fe, reavivar la caridad y formar apóstoles. Ambos hemos tenido el honor de ser parte de este increíble esfuerzo lleno de espíritu desde sus primeros días y recordamos con cariño lo que se necesitó para comenzar. Cuando el padre Frank Donio, S.A.C. reunió a un pequeño grupo de colaboradores comprometidos para pensar en lo que podían hacer los Palotinos de la Provincia de la Inmaculada Concepción para responder al llamado del Santo Padre a una Nueva Evangelización. Estaba claro que necesitábamos trabajar con católicos activos. Nos sentimos llamados a encontrarnos con ellos donde estaban en sus viajes de fe individuales. Esto significaba que necesitábamos involucrar todo lo que Internet tenía para ofrecer, usar las redes sociales emergentes y llegar a las personas donde realizaban su vida cotidiana.

En los últimos ocho años, el trabajo realizado por el Centro del Apostolado Católico ha impactado las vidas de miles de personas a través de conferencias y eventos; organizando cientos de seminarios web y eventos de Facebook Live; proporcionando oportunidades de aprendizaje y educación a través de seminarios y participación oral; haciendo publicaciones espirituales en Facebook, Twitter, Instagram; desarrollando programas con nuestros socios afiliados; y proporcionando espacio para la colaboración entre las entidades de la Iglesia.

Todo el tiempo, nuestra misión no es necesariamente llegar a las masas, sino llegar a una. Trabajamos en colaboración para desarrollar nuestros recursos, trabajando con los dones y talentos individuales que poseen cada miembro de nuestro equipo y nuestros colaboradores, dejando siempre espacio para el Espíritu Santo.

Cada uno de nosotros ha crecido profesional y personalmente en un entorno que desafía, afirma y nos brinda oportunidades para compartir nuestros propios dones a través de presentaciones, redacción, producción de videos, marketing, gestión y administración. Esperamos, a través del Espíritu Santo y la Divina Providencia de Dios, continuar nuestra misión durante otros ocho años y más.


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Monica Thom Konschnik es la Subdirectora de Administración del Centro de Apostolado Católico. Además, es la Administradora del Seminario Pallottine en Green Hill. Mónica también coordina la asociación del Centro con la Red Católica de Voluntarios.


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Con el Centro desde 2011, Chris Pierno es el consultor principal del Centro del Apostolado Católico. En este rol, él asiste directamente con el programa de avance del Centro y la coordinación de los servicios de consultoría. También apoya al personal en áreas de diseño gráfico, marketing, relaciones públicas, administración y planificación estratégica para el Centro.

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